COPÁN, HONDURAS. Los restos mortales de Rossibeth Flores y sus dos hijos, Grecia y Ever Flores, descansan desde este día en el cementerio de su natal El Paraíso, Copán, zona occidental del país.
Cabe recordar que los cadáveres llegaron al aeropuerto Ramón Villeda Morales de La Lima el jueves 8 de agosto. Y el crimen en el que murieron se suscitó el 16 de julio en Iowa, Estados Unidos.
Doña Betty Flores, madre de la hondureña, en medio del dolor recordó que sus nietos «amaban a esta abuela. Yo amaba a mis muchachos y a mi hija. Nunca imaginé esto», antes de acompañar a sus parientes hasta su última morada.
Así sucedieron los hechos
Tras el crimen, se reveló que la hondureña y sus hijos vivían en el sótano de la casa que compartían con el guatemalteco Marvin Orellana Escobar, sospechoso de la masacre, ubicada en 1003 Day Street.
El cadáver de la fémina yacía en el piso principal de la sala y los niños estaban muertos en el sótano.
Gregory Schmunk, el médico forense que hizo las autopsias dio a conocer que cada víctima recibió dos disparos en su cabeza, según señaló medio estadounidense WHO.
El asesino intentó mentir
Antes de que la Policía llegara a la casa, informó, Orellana Escobar intentó mentir a través de una llamada telefónica, asegurando que la mujer había matado a sus dos hijos y, que por lo tanto, él la mató a ella «en defensa propia».
El guatemalteco permaneció en línea hasta que le Policía llegó. Fue en ese momento que la Policía encontró una pistola en una mesa de la casa. Al hacer lo prueba de balística, resultó que los resultados no coincidían con la versión de Orellana. Por tal razón, lo capturaron como principal sospechoso.
Más tarde, Orellana confesó haberle disparado a Rossibeth luego de discutir
