Ernesto Alvarado Reina
Es evidente que un Gobierno tiene que resolver sus variados y complejos problemas, poniendo siempre un marcado y decidido interés patriótico.
El mantenimiento de los bosques, su innegable conservación y la realización de numerosas actividades de garantía encaminadas al bienestar común, son prioridad fundamental de cualquier administración. Uno de los principales recursos naturales que tiene la nación hondureña, es la tierra, como elemento de primacía en cuanto a su efectiva protección.
De igual manera, es vital una política gubernamental humedecida de signos de verdadero espíritu fraternal, democrático y participativo, defendiendo la tenencia, posesión, ocupación, utilización y uso racional de los recursos naturales.
Entre otros, existen dos factores que podrían contribuir a la generación de una natural crisis institucional, citamos para el caso: a) La disminución del valor y eficacia de la moneda hondureña, el Lempira, en relación al dólar estadounidense; y b) La poca inversión en fábricas que creen más ocupación y actividades laborales en los distintos campos del quehacer humano.
Estos dos componentes atendidos correctamente son dispositivos favorables contra el agravamiento de una posible dificultad y un evidente aprieto.
En consecuencia, hay que facilitar al industrial, al indistinto productor, comerciante y agricultor hondureño la obtención de créditos, lograr el mejoramiento de los precios por sus mercancías y servicios, la dotación de moderna maquinaria, sistemas de irrigación e insumos.
En el logro de los propósitos se tiene que conceder tierras a los campesinos en zonas especiales y aptas para el cultivo, incrementando las franjas de producción y consumo diversos.
El panorama nacional podría mostrar bordados de aspectos salientes hacia la prosperidad, pero es indispensable que la ciudadanía hondureña, tenga conocimiento exacto de la situación, para emprender con brillo dentro de una carrera administrativa de triunfo, una verdadera gestión administrativa, logrando así un clima favorable, estabilidad política, responsabilidad financiera y fiscal, manteniendo un ambiente propicio para las inversiones. La economía nacional tiene que obtener un notable progreso. La expansión industrial y un dinámico crecimiento de la manufactura y el comercio forman una superación envidiable.
Es interesante traer a colación en este comentario, el pensamiento vivo del conocido filósofo francés don Miguel Montaigne, cuando en un momento histórico dijo que ”la prueba más clara de sabiduría es una alegría continua”.
El dominio agrícola y forestal hay que encausarlo con una correcta y apropiada dirección práctica, remojada de innegable organización. Invertir en nuestra nación con un ambicioso esquema de infraestructura y seguridad es un pilar de característica participación cívica.
El gobierno de nuestro país hace los esfuerzos y sacrificios pertinentes para solucionar la problemática planteada. Sin embargo, una oposición indignada, sosteniendo determinados argumentos, solicita la intervención de una Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIH) con el objeto de paralizar los actos de corrupción y cambiar los planes y organización del país, si no le satisfacen sus peticiones.
Al parecer estimamos buscar la unidad de la familia, la complicada apertura al diálogo franco y sincero, una genuina solidaridad humana y la conciliación nacional, son unas labores de gran transcendencia y encomiable significación.
Correo electrónico: ernestoalvaradoreina@hotmaI.com