EEUU.- En pocos lugares del mundo puede pasar desapercibida Beyoncé, y la tienda Topshop en Oxford Street (Londres) parece ser uno de ellos. A la cantante le encanta perderse entre la ropa cada vez que visita la capital británica porque es una de las pocas tiendas donde puede comprar sin ser molestada.
“Llevo comprando en Topshop alrededor de 10 años. Es uno de los pocos lugares donde, de verdad, puedo comprar por mí misma. Me hace sentir como una adolescente. Cada vez que estoy en Londres es como un ritual para mí, me enfundo el sombrero hasta los ojos y me pierdo entre la ropa“, contaba Beyoncé a la edición británica de la revista ELLE.
Y precisamente, por este cariño que la cantante tiene a la marca, Beyoncé se ha aliado con su fundador, Philip Green, para sacar adelante su propia línea de ropa femenina para hacer ejercicio, Ivy Park.
“Creo que tener una hija y hacerme mayor me ha hecho estar más pendiente de la salud y el ejercicio físico. Me di cuenta de que no había una marca para hacer deporte para la gente como yo, o como mis bailarinas o como mis amigas. Nada a lo que aspirasen niñas como mi hija”, explicaba Beyoncé.
La esposa de Jay-Z dejó estupefacto al fundador de Topshop cuando se reunieron para comentarle su idea, pues le presentó un complejo plan empresarial, más que una simple colaboración.
“Llegué a Topshop para reunirme con Philip Green. Creo que él pensaba en un principio que solo quería hacer una colaboración con la marca, como hace con otras famosas, pero yo quería un proyecto conjunto. Le presenté la idea con los objetivos principales, el desarrollo, la estrategia de marketing… todo en la primera reunión. Creo que se quedó bastante impresionado y aceptó un acuerdo al 50 por ciento”, relataba Beyoncé.
ADEMAS
eN la entrevista que concedió Vanity Fair a Mathew Knowles, padre de la polifacética Beyoncé, acerca de la relación con su hija, su éxito global y su influencia en la era digital.
”Nunca dudé. Si dudas te arriesgas a no triunfar” confesaba el creador de Music World Entertainment, quien volvió a la universidad con 53 años para aprender gestión y producción musical. Confiaba plenamente en su habilidad, así como en la de su hija, quien tenía en ese entonces 9 añitos. Tenía un plan para ella y lo consiguió llevar a cabo: ser la primera gran estrella de la era digital, nombrada por la revista Time la persona más influyente del mundo en 2014, además de conseguirle la friolera de 365 premios.
Lo cierto es que Beyoncé ha alterado las reglas de la industria musical y roto récords de ventas pero su padre no cree que sea una apasionada de la música, ”sino del entretenimiento, del espectáculo, de hacer vídeos increíbles”. Razón no le falta; sus conciertos son los más demandados, su imagen es la más deseada para las agencias publicitarias,… no es una cantante, es una artista.
Todo lo que toca se convierte en oro y su trabajo minucioso no es resultado del ego, sino de la confianza extrema que irradia en sí misma, según las palabras de su padre.
