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viernes, noviembre 22, 2024

8 horas de soledad pueden afectar tanto como no alimentarse

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Redacción. Un grupo de científicos de la Universidad de Viena y la Universidad de Cambridge descubrieron que ocho horas de soledad podrían afectar a una persona casi tanto como no alimentarse.

Los investigadores publicaron los hallazgos en el portal de Psychological Science, donde detallaron que su estudio se basó en pruebas de laboratorio y experimentos de campo.

A través del estudio explican que las personas que viven solas o que disfrutan particularmente de las interacciones sociales son las más propensas a verse afectadas por la falta de compañía.

El impacto de ocho horas de soledad.

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«En el estudio de laboratorio, encontramos sorprendentes similitudes entre el aislamiento social y la privación de alimentos», dicen los investigadores en su estudio.

¿A qué se debe el cambio?

Según los expertos, «la reducción de energía es el resultado de cambios en la respuesta homeostática del cuerpo». Lo que significa una especie de acto de equilibrio, donde la falta de conexión social desencadena una reacción biológica.

¿Cómo llegaron a tal conclusión? Pues los investigadores examinaron a 30 voluntarias en tres días separados. Una jornada se mantuvo sin contacto social, otra sin comida y la tercera sin contacto social ni comida.

Los participantes promocionaron retroalimentación sobre su estrés, estado de ánimo y fatiga. Consecuentemente, los especialistas también midieron la frecuencia cardíaca y los niveles de cortisol salival que son indicadores estándar de estrés.

Casi como no alimentarse se siente la soledad por ocho horas.

Resultados

Según detallaron los investigadores, los niveles de energía de los participantes decayeron en los días en los que no interactuaron con nadie en comparación con las jornadas en los que tuvieron breves interacciones, un efecto que no se observó en los participantes menos sociables.

«El hecho de que veamos este efecto incluso después de un breve período de aislamiento sugiere que la baja energía podría ser una respuesta adaptativa homeostática social. Pues a la larga puede volverse desadaptativa», puntualizó la psicóloga Giorgia Silani, de la Universidad de Viena.

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