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lunes, julio 7, 2025

Claustrofobia: qué es, cómo se manifiesta y qué hacer ante un episodio

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Redacción. La claustrofobia es una de las fobias más comunes, pero también una de las más tratables si se detecta a tiempo. Se trata de un trastorno de ansiedad que puede interferir de manera significativa en la vida cotidiana, desde evitar ascensores hasta rechazar un vuelo o un simple corte de cabello.

¿Qué es la claustrofobia?

“El término viene de ‘claustro’, que significa encierro, y ‘fobia’, que es miedo. Entonces, la claustrofobia es el temor a quedar encerrado o no poder escaparse de una situación”, explica el psicólogo Gustavo Bustamante, especialista en trastornos de ansiedad.

A diferencia de lo que suele creerse, no se limita al miedo a espacios cerrados y pequeños. Puede manifestarse en situaciones comunes y aparentemente inocuas: desde quedarse dentro de un avión con las puertas cerradas hasta estar sentado en una silla de peluquería sin poder levantarse.

Las causas de la claustrofobia pueden variar de una persona a otra.

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¿Cómo se manifiesta?

La reacción suele ser intensa y física. Quienes atraviesan un episodio de claustrofobia experimentan síntomas que incluyen:

  • Taquicardia

  • Sensación de ahogo o falta de aire

  • Mareos o inestabilidad

  • Sudoración excesiva

  • Malestar estomacal o náuseas

  • Terror paralizante

“La persona siente que se va a morir en ese instante, que se va a asfixiar. Aunque estas sensaciones son reales para quien las vive, no representan un peligro físico concreto. Es una fantasía, nunca ocurre. Pero la percepción es extremadamente vívida”, aclara Bustamante.

¿Por qué aparece?

Las causas pueden variar:

  • Origen traumático: experiencias pasadas, como haber quedado encerrado o haber sufrido una crisis durante un estudio médico (por ejemplo, una resonancia), pueden dejar una huella emocional duradera.

  • Ansiedad anticipatoria: el temor se instala antes de que ocurra algo. “La persona empieza a anticiparse y se pregunta: ‘¿Qué pasa si me subo a un barco y cierran todo?’”, ejemplifica el especialista.

  • Predisposición biológica: según Bustamante, algunas personas tienen una amígdala cerebral muy reactiva, que detecta amenazas con facilidad, mientras que su corteza prefrontal actúa de forma deficitaria. Esto amplifica la respuesta de miedo.

Además, si no se trata a tiempo, la fobia tiende a generalizarse. “Empieza con el miedo al ascensor, después a una habitación sin ventanas, luego al subte. Poco a poco se va amplificando”, advierte.

¿Qué hacer ante un episodio?

En plena crisis, las herramientas más efectivas son simples, pero requieren práctica:

  • Respiración abdominal profunda

  • Ejercicios de relajación muscular

“Las fobias tienen dos antídotos: la relajación y la respiración. Sirven para bajar el tono de alerta. La tensión favorece la sensación de descontrol, por eso es clave entrenarse para esos momentos”, señala Bustamante.

También es fundamental el acompañamiento de las personas cercanas, sin burlas ni presión. “Trabajamos mucho con la familia para que entienda que esto no es una elección, sino un trastorno mental. Lo importante es estimular, no criticar”, agrega.

Este temor no se limita solo a estructuras físicas pequeñas.
¿Cómo se trata?

El abordaje más eficaz es la terapia cognitivo-conductual, con un enfoque gradual de exposición a las situaciones temidas. “El tratamiento es muy artesanal. Se hace paso a paso, con la persona expuesta en vivo, pero de manera progresiva y segura”, indica el psicólogo.

En casos como el miedo a volar, se trabaja con anticipación: se explican las condiciones del avión, los sistemas de ventilación y seguridad, y se entrenan estrategias para tolerar la espera o distraerse durante el vuelo.

Buen pronóstico con atención oportuna

La claustrofobia es altamente tratable. “Muchísimas personas se quedan en tierra con tal de no subirse a un avión. Para nosotros es un gran logro cuando logramos que alguien pueda tomar ese vuelo o hacerse ese estudio médico que tanto evitaba”, celebra Bustamante.

El mensaje es claro: no hay que minimizar el sufrimiento que causa una fobia, pero tampoco resignarse a vivir con ella. Con ayuda adecuada, se puede recuperar la libertad.

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