REDACCIÓN. Una superluna iluminó el cielo de la primera noche de agosto, un mes que para muchos es sinónimo de vacaciones, descanso y mucho calor. Así, del mismo modo que no dejamos pasar nuestra cita con la playa y la piscina, algunos permanecieron despiertos para disfrutar del espectáculo que nos regaló la noche: la popularmente conocida como Luna de Esturión.
Son muchas las civilizaciones que, históricamente, han venerado a la Luna, especialmente cuando está llena. Así lo hacían las tribus amerindias originarias de América del Norte, que atribuían un nombre especial para cada una de ellas; algo que se ha mantenido hasta el día de hoy. Así, el mes pasado pudimos ver la Luna de Ciervo, el 1 de agosto vimos la de Esturión, y el 31 llegará la Luna Azul.
Lo especial de este plenilunio es que se vio un 7,1% más grande y un 15,6% más brillante de lo normal, por lo que, sumado a un cielo despejado, la observación pudo darse sin impedimentos.
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¿Por qué se llama «Luna de Esturión»?
La respuesta al nombre de las lunas llenas del año está en el Farmer’s Almanac de Estados Unidos. Esta revista ha estado popularizando los términos que utilizaban los indios americanos nativos de América del Norte para referirse a los plenilunios mensuales, y a día de hoy se han extendido por todo el planeta.
En agosto, se produce la Luna de Esturión porque corresponde con el momento del año en que los indios americanos pescaban mejor esta especie. Esto, debido a la buena visibilidad nocturna que proporciona la luz de esta superluna. Sin embargo, el plenilunio de agosto también adopta otras denominaciones en las distintas culturas. Por ejemplo, el pueblo de los ojibwa, originarios del sur de Canadá y norte de Estados Unidos, le otorga el nombre de Luna de Moras, por coincidir con la cosecha de este fruto.
La Luna de Esturión no es la única superluna de agosto: hemos comenzado y terminaremos el mes con este fenómeno astronómico. Además, a mediados tendremos llegada de las Perseidas, otra cita clave para los aficionados a la observación nocturna.
