Tegucigalpa, Honduras. Freddy Torres, representante de los arroceros, afirmó que la producción nacional sólo cubre el 10 % del consumo interno, mientras que el resto es importado.
Según datos de la Federación Centroamericana del Arroz (Fecarroz), que agrupa a productores de Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, la región tiene 300,700 hectáreas cultivadas del grano, con una producción anual de 586,000 toneladas métricas.
Al cierre de 2015, Honduras producía 1.6 millones de quintales (sacos de 45.5 kg), pero para 2024 esa cifra se redujo a 502,087 quintales, y se espera que en 2025 caiga a 400,000. El ente atribuye esta disminución a la desgravación arancelaria por el CAFTA-DR a partir de 2015.
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Mientras tanto, Central América Data detalla que, desde 2022, las compras de arroz en la región centroamericana han aumentado, posicionando a Honduras como el mayor importador, con Estados Unidos como principal proveedor, con más de 190 millones de dólares en ventas.
«Hemos retrocedido 17 años en el tema arroz. Al cierre de 2023 vimos que la producción fue de 526,661 quintales. Si eso lo comparamos con los años anteriores, vemos cómo ha ido bajando gradualmente. Esa era la producción que teníamos en 2006, cuando entró en vigencia el CAFTA», expresó Torres.
Sin productores ni cobertura del mercado
«Hemos perdido el 92 % de nuestros productores. Se han ido en las famosas caravanas y hemos reducido la producción un 67 %. Con esa producción que tenemos, solo cubrimos el 10 % del consumo interno», manifestó Torres en HRN.
El productor detalló que el consumo interno de arroz ronda los cinco millones de quintales, mientras que la producción nacional apenas supera los 500,000 quintales, lo que significa que solo se ofrecen 10 libras por cada 100 que consumen los hondureños.
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«Este año apenas vamos a llegar a 400,000 quintales, si tenemos suerte. Ya llevamos menos que el año pasado, apenas 200,000 quintales. Sólo tenemos el 8 % de los productores y tememos que se retire otro 4 %», indicó.
Finalmente, pidió a las autoridades hondureñas crear un plan que fortalezca el rubro para evitar su desaparición. «Hay condiciones: las tierras están, hay agua, semilla, la mano de obra ya la tenemos, pero si hay condiciones para detener a nuestra gente, nadie se va a querer ir. No nos podemos dedicar a otros cultivos, porque todos están en las mismas condiciones», concluyó.