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sábado, abril 20, 2024

Yeny Ramos, la enfermera que con «sonrisas» pagó sus estudios

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TEGUCIGALPA, HONDURAS. Payaso, una palabra que muchos asocian con diversión, risas y alegría, pero muchas veces, detrás de esos coloridos maquillajes, chistosos zapatos, extravagantes trajes y sobre todo gigantes sonrisas, se esconden seres humanos que enfrentan duras batallas y dolorosas historias, pero a pesar de eso, han decido salir adelante con una potente arma, una actitud positiva, ese es el caso de la hondureña Yeny  Ramos.

Ramos es una joven que a pesar de que nació en una familia de escasos recursos, nunca se dejó vencer por las adversidades que la pobreza ponía en su camino y descubrió que con una sonrisa podía afrontar de una mejor manera la vida.

Esta cómica payasita y a la vez enfermera, charló con Diario Tiempo y contó cómo el ser una simpática payasita le ayudó a ganarle la batalla a la pobreza y así cumplir cada uno de sus sueños.

Yeny nació en Tegucigalpa, capital de Honduras, en el seno de una familia humilde, pero luchadora.

Su padre era taxista, su madre se dedicaba al negocio de la venta ambulante de comida y ella junto a sus tres hermanas asistían a la escuela.

Pero ante la dura situación económica de su familia, Ramos contó que a su hermana mayor, llamada Odalis, le tocó trabajar para ayudar en los gastos de la casa.

Un anuncio de un periódico marcaría su vida        

La hondureña relata que Odalis, le ayudaba en la preparación de las comidas que vendía su madre, otra de sus hermanas acompañaba a su mamá a realizar las ventas, solo ella y una hermana más se dedicaban 100 por ciento al estudio.

Un día, mientras Odalis, de 17 años, buscaba trabajo en un periódico, observó un anuncio que decía que necesitaban chicas para animar eventos.

«Mi hermana miró un anuncio en un periódico que decía que se necesitaban muchachas para trabajar en lo de animación», relató Ramos.

El anuncio llamó la atención de la adolescente, quien sin pensarlo dos veces, se contactó con esa empresa.

La joven se quedó con el puesto y de inmediato le enseñaron todo lo relacionado con el «mágico mundo» de los payasos.

Sin vestido de graduación 

Mientras su hermana trabaja como payasita, Yeny de solo 10 años, logró graduarse de sexto grado, pero la pobreza le jugaría una mala pasada.

Ella explica que su familia no tenía el suficiente dinero para comprarle un vestido de graduación, su madre fue quien le dio la noticia que ella no podía regalarle un vestido.

Sin embargo, tal vez Yeny no tenía un vestido, pero sí poseía un «corazón tan grande», ya que prefirió que su madre se pusiera bonita y fuera en su lugar a la graduación a traer el diploma.

«Cámbiese bonita usted y vaya traiga el diploma usted», fueron las palabas que Yeny le dijo a su madre.

Ese día, Ramos se prometió a sí misma que no se volvería a perder ningún importante evento por culpa de la falta del dinero y tomó la decisión de seguir los pasos de su hermana mayor.

Fue entonces, que Yeny le dijo a su hermana que si la podía llevar a sus eventos, porque quería aprender cómo ser una payasita.

En ese tiempo, a su hermana le pagaban 245 lempiras por un show de animación de 3 horas, es por eso que Yeny quería convertirse en una payasita, para poder conseguir dinero.

Así que Ramos asistió a los eventos de su hermana, pero como acompañante. Cuando cumplió 11 años, dijo que ya se miraba más grande como si en realidad tuviera 15, por eso, habló con los promotores de los eventos. Su intención era que le permitieran animar a ella, sin la presencia de su hermana mayor.

Catastrófico debut

Ante su insistencia, a la joven le dieron permiso para animar un show a ella sola; Ramos cuenta que los nervios se apoderaron al saber que sería su debut como payasita.

«Recuerdo que tenía nervios, es más, nunca he tenido tantos nervios en mi vida como ese día», acotó la joven.

El día llegó, la actividad se realizó en un lugar abierto, Yeny se vistió como como payasita, además, llegó con un micrófono, un parlante y un saltarín a la fiesta.

La joven descubriría que controlar y llamar la atención de un grupo de niños prácticamente de su misma edad, no sería tarea fácil.

«Recuerdo que los niños no me hacían caso, se me iban para el saltarín», comentó la mujer a Diario Tiempo.

Al ver que los niños no le prestaban atención, Yeny relató que se fue para una esquina y se sentía tan preocupada que empezó a orar y le pidió a Dios que le ayudara para hacer un buen trabajo.

Ella quería hacer un excelente trabajo, ya que, si lograba llenar las expectativas de los dueños de la empresa, estos la seguirán mandando a otros eventos como payasita principal.

Una vez terminó de orar, Ramos afirmó que se fue directo al saltarín, donde están los niños, empezó a cantar canciones infantiles y por fin logró captar la atención de los pequeños. El evento resulto ser un éxito, recuerda muy emociona la hondureña.

Fruto de ese primer show, a Yeny le pagaron su primer sueldo, es decir 245 lempiras, ella admite que, con ese primer pago, se sintió tan feliz y realizada.

De alegrar a los niños, a cuidar de los más necesitados     

A pesar de que Yeny continuaba con sus eventos como payasita, ella no dejó de soñar y entre sus metas estaba el ser una doctora, pero al ser una carrera tan costosa, la joven tuvo que declinar ese plan.

Sin embargo, esta vez la muchacha no permitiría que la pobreza le quitara otra ilusión, puesto que decidió estudiar enfermería; sin descuidar sus trabajos como chica payasita.

Poco a poco, Yeny fue avanzando con sus clases, pero a veces tenía que comprar libros caros y era en ese momento en que su faceta como payasita la salvaba.

A veces le salían eventos muy importantes, donde incluso le tocaba viajar, sin embargo, el pago era muy bueno, lo que le beneficiaba para costearse sus estudios.

Yeny fue la encargada de animar uno de los cumpleaños del hijo de la presentadora Carolina Lanza.

Con mucho esfuerzo y dedicación, Ramos logró culminar sus estudios como enfermera y pudo realizar su servicio social en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS).

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Un ángel para los niños enfermos  

Estando en ese lugar, a Yeny la trasladaron a la zona de pediatría, donde su talento para hacer reír le abriría muchas puertas.

Expresa que, para las celebraciones del Día del Niño, ella se quitaba su uniforme de enfermera y se pintaba la cara para transformarse en la payasita Yeny, que se encargaba de hacer pasar un buen momento a los niños que estaban hospitalizados en pediatría.

«Les hacía figuritas con globos, les pintaba las manitos, y llegaba a alegrarles el día», dijo Ramos.

Por otro lado, su talento como enfermera fue tan bueno, que una vez finalizada su práctica profesional, la contrataron en el seguro, algo por lo cual está muy agradecía, primero con Dios por darle tal oportunidad y en segundo, con su trabajo como payasita, pues ella admite que es gracias a ello que ha llegado tan lejos.

Los sueños si se cumplen    

La hondureña recalcó que por más difícil que sean los obstáculos que la vida ponga en el camino de uno, no es excusa para dejarse vencer y siempre se debe confiar en Dios para poder salir adelante.

«Cuando uno tiene sueños y está en una situación económica difícil, uno siempre debe agarrarse de la mano de Dios; él abre puertas donde están cerradas», manifestó.

Agregó que las personas deben estar orgullosas de sus trabajos por más humildes que sean y el «qué dirán» no debe importar.

Ramos ha logrado desempeñarse muy bien como enfermera, sostienen cercanos.

En ese aspecto, dice que a ella jamás le ha dado pena que le digan que trabaja de payasita y al contrario, esa profesión la llena de mucho orgullo.

Actualmente, Yeny Ramos es madre de dos niños, quienes son los motores de su vida y la impulsan siempre a seguir adelante.

También continúa con sus presentaciones como la divertida Payasita Yeni, cualquier interesado en contratar los servicios de Ramos, puede comunicarse al número 9770-3293.

Yeny Ramos es una verdadera catracha ejemplar, que demuestra que con fe y optimismo se puede llegar muy lejos.


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