Félix Ovidio Cubías
El Papa Francisco, es hoy, por hoy, un jefe de la Iglesia Católica diferente en sus concepciones, actitud y solidaridad con los pueblos pobres, a los que le antecedieron en tan respetable e importante posición como jefe del Estado Vaticano.
Posiblemente su origen latino influya ostensiblemente en su pensamiento justo, solidario, razonable, honesto y unitario expresado en sus alocuciones, visitas y contactos con los pueblos del mundo. También su biografía nos demuestra su origen humilde, sencillo, caritativo y misericordioso, lo que sin lugar a dudas, nos retrata a un personaje de calidad cristiana entregado a las cosas de Dios.
Por tales virtudes en poco tiempo se ha hecho sentir en la conciencia de la grey católica y de otras congregaciones del mundo, pues también respeta a los distintos cultos y aboga por la unidad de todos independientemente de sus diferencias.
Lo más importante de su concepción es la actitud de dialogo con carácter progresista y sus ideas revolucionarias en el aspecto cristiano y social.
No es casual, entonces sus posiciones firmes, claras, progresistas, unitarias y justas en la mayoría de los problemas que afrontan los pueblos latinoamericanos.
Todo lo anterior lo decimos por sus discursos y conversaciones hechas en la reciente visita a Cuba y los Estados Unidos.
En estos dos países que han sido un problema mundial por las confrontaciones, contradicciones políticas, ideológicas y económicas, mantuvo una actitud sabia, unitaria y acorde con las normas internacionales que rigen a todas los países del mundo.
Con inteligencia y respeto ha contribuido enormemente a la distención en las relaciones cubano norteamericanas. Muchos cambios de estas relaciones diametralmente opuestas se deben a sus aportes e intervenciones juiciosas por la unidad.
El aporte del Papa Francisco ha sido muy significativo para que ambos gobiernos resuelvan sus diferencias y entablen relaciones diplomáticas normales.
Los cubanos lo atendieron como se merece tan alto dignatario y sostuvo conversaciones bilaterales con el Presidente Raúl Castro y con el máximo líder de la revolución cubana Fidel Castro. De estas conversaciones estamos seguros tendremos resultados positivos en el futuro próximo.
En los Estados Unidos manejó con franqueza el tema de los inmigrantes que es el problema neurálgico que viven los latinoamericanos que se han ido en busca de trabajo a este gran país del norte. Abogó por un mejor trato a los inmigrantes y los instó a no avergonzarse ni sentirse de menos por ser inmigrantes. En el Congreso Americano se refirió con profundidad y propiedad a este tema y a otros como la discriminación y el guerrerismo que mantiene la ultraderecha parapetada en el Partido Republicano, que con un nuevo candidato esgrimen una conducta hostil e irrespetuosa hacia todos los latinoamericanos. Llamó a deponer estas actitudes inhumanas del guerrerismo, a los inmigrantes y al sometimiento de otros pueblos por una actitud justa y normal hacia los pobres del mundo.
Estas aseveraciones hicieron llorar al vocero del Congreso quien dejó entrever estar de acuerdo con el Papa y que al día siguiente renunció a su cargo o fue obligado a renunciar.
Las medidas del presidente Obama en cuanto a las relaciones con Cuba y la inmigración fueron apoyadas por el Papa y llamó a resolver el problema de los inmigrantes con sabiduría y justicia.
En resumen la visita del Papa a Cuba y Estados Unidos fue trascendental pues les dijo a ambos gobiernos con franqueza todo lo malo de las actuaciones en contra de sus respectivos pueblos y con su paciencia y firmeza revolucionaria el Papa demostró ser un Papa diferente.
Lo que le ha permitido el fortalecimiento de la Iglesia Católica y el reconocimiento de los pueblos, carentes de justicas social de amor y dignidad.
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