Berríos tuvo una extensa carrera y era muy conocido entre el gremio periodístico en la zona norte, pues además de ejercer como comunicador también era un talentoso fotógrafo.
Horas antes de su muerte, este periodista progreseño compartió una anécdota que tuvo en los inicios de su carrera profesional, cuando laboraba en Diario Tiempo.
Esta es la publicación íntegra de Berríos:
¿Cuál vida de perros?
Allá por 1995, cuando estuve por primera vez en Diario Tiempo, me asignaron ir a cubrir un día sábado una exposición Canina al Gimnasio Municipal de San Pedro Sula, cerca de la Toyota.
En esos tiempos ni soñaban con salir los celulares y me acompañaba como fotógrafo Gerardo Mazariegos, quien tomó las fotos necesarias y se fue a hacer otros trabajos con el motorista. “Ahí avisás cuando terminés”, me dijo. Lo que no me quedó claro era de dónde diablos les iba a hablar.
Resignado a lo que se viniera, me dediqué a observar a los perros y a esperar la premiación.
Recorriendo la exposición me di cuenta de todos los cuidados que les daban a los privilegiados perros y empecé a averiguar sobre el costo que tenía mantenerlos así, merecedores de un premio.
Sus orgullosos dueños me hablaban de las visitas al veterinario, de su régimen alimenticio, de los costos con el estilista y de todos los productos de higiene y belleza que tenían que comprar.
Me dije, estos perros comen y viven mejor que yo, así que decidí enfocar mi historia a su particular estilo de vida y el contraste que existía con la mayoría de los pobres hondureños.
Logré sacar los cálculos de esos costos y lo comparé con lo que contaba el hondureñopromedio para mantenerse con vida.
Como a eso de las 2:00 de la tarde decidí que era momento de regresar al diario y ahí caí en mi realidad. Solo andaba el pasaje de regreso para El Progreso y no lo podía gastar en un taxi. Para ese entonces había muy pocas rutas urbanas en San Pedro Sula y no existían los Rapiditos, así que no me quedó más remedio que emprender el camino a pie, hasta el barrio Santa Anita, ya para llegar a Diunsa.
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Caminé más de una hora y al llegar al llegar al periódico, sin haber aún almorzado, le conté al jefe de redacción, don German Quintanilla, toda mi odisea.
También le dije la idea que tenía para la historia y que el lunes redactaría la nota. No sé si no tenía buen material para el diario dominical o le pareció interesante el trabajo que había hecho, pero me ordenó hacerla para el día siguiente. Ahí supe que escribir con hambre sirve para limpiar los pecados.
Resignado, me fui al pequeño monitor que funcionaba metiéndole un disquete para empezar a escribir. Como a las 5:00 de la tarde ya había terminado. Le titulé a la nota: ¿Cuál vida de perros? (la vida de perro era la mía…jajajajajajajaj).
El domingo estuve pendiente cuando el canillita (vendedor de periódicos) pasara frente a mi casa y salí a comprar un ejemplar de Diario Tiempo.
Mi sorpresa fue ver en la portada mi historia y ocupando las primeras dos páginas del diario, con mi firma al inicio. Entré gritándole a mi mamá la buena noticia y ella estaba más emocionada que yo. Por primera vez me sentí un periodista de respeto, y todo gracias a esos perros creídos, que me permitieron empezar a creer.
Un gran profesional
A través de redes sociales, sus allegados y colegas lo han descrito como un gran ser humano y un buen profesional, que será recordado por sus anécdotas.
«Descansa en paz el hombre de la sonrisa amplia, de la pluma libre y el pensamiento claro, vuela muy alto así como soñaste esta patria desvalida», indicaron.
«Qué terrible noticia, no lo puedo creer que un amigo, un compa, un hermano de lucha muera tan repentinamente. Lenín Berríos, siempre te vamos a recordar. Gracias por tu sinceridad y por esa calidad de ser humano que eras. Fuiste de los periodistas que estabas del lado de la verdad y la justicia», agregaron.
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