SAN PEDRO SULA. La tradición de reventar cohetes para despedir el Año Viejo se mantuvo en 2016 pese a las intensas campañas de prevención y prohibiciones.
Cinco minutos antes de las 12:00 A.M y segundos después millones de hondureños mostraron una vez más que no dejarán esta costumbre.
Reportes venidos de todos lugares de Honduras muestran que los catrachos volvieron a desafiar a las autoridades al reventar cohetes.
En casi todas las ciudades de Honduras se escuchó el estruendo de los morteros, metralletas, silbadores y otros artefactos pirotécnicos.
Alcaldías como la de Tegucigalpa y San Pedro Sula invirtieron cuantiosas cantidades en operativos y campañas contra esta tradición.
Incluso cada vez que hacían un decomiso lo presentaban como un éxito de sus ordenanzas municipales, cada año desafiadas por sus vecinos.
La alcaldía de Tegucigalpa, incluso, el anterior 31 de diciembre procedió a la quema de cohetes decomisados en esta capital y Comayaguela. Las autoridades municipales aseguraron que lo quemado tenía un valor de un millón de lempiras.
En San Pedro Sula ocurrió lo mismo. En esta ciudad la Policía Municipal se vanaglorio de haber decomisados cohetes por un valor de más de un millón de lempiras.
Sin embargo, un recorrido hecho por Tiempo Digital el anterior 31 de diciembre se observó que su venta era libre en mercados y calles.
Muchos jóvenes y mayores ofrecían libremente toda clase de cohetes, incluyendo luces de bengalas y paquetes de morteros.
Está comprobado que las prohibiciones no funcionan y que las autoridades deben buscar nuevas formas de prevención, dijo un sociólogo.
Este profesional considera que la represión no podrá desaparecer esta tradición milenaria y practicada en casi todo el mundo.
Es más, dijo, las mismas municipalidades cada vez que inauguran un evento nocturno emplean una gama de juegos pirotécnicos. Entonces, cómo es que en diciembre prohíben su uso. Es una contradicción y una doble moral, agregó.
Cohetes: ¿Qué hacer entonces?
Hay que estudiar el fenómeno pero no desde la perspectiva de que desaparecerá la fascinación por estallar productos pirotécnicos. Eso nunca va ocurrir, dijo el sociólogo.
El eje debe ser la prevención y el control del tipo de cohetes que se fabrican y exportan. Por ahi hay que comenzar, agregó.
Eso si, es es una tarea de toda la sociedad y no solo de unos tres alcaldes que su principal objetivo es figurar en los medios de comunicación, finalizó el entrevistado.
