Redacción. El tiburón de Groenlandia, habitante de las frías y profundas aguas del Atlántico Norte y el Ártico, es el vertebrado más longevo del planeta, con una edad estimada de 272 a más de 500 años.
De acuerdo con un artículo de la CNN, el crecimiento es extraordinariamente lento: menos de 1 cm por año y alcanza la madurez sexual después de un siglo, un rasgo que lo convierte en una especie única en la naturaleza. Éste puede llegar a una longitud de hasta 6 metros, viviendo en condiciones extremas que aún asombran a los científicos.
Recientemente, un equipo internacional de investigadores logró mapear el 92 % del genoma de este tiburón, revelando un descubrimiento sorprendente: su genoma es el doble de grande que el humano y el más extenso de cualquier tiburón secuenciado hasta ahora.
Lo más notable es que más del 70 % de su genoma está compuesto por “genes saltadores”. Se tratan de elementos genéticos que en otras especies suelen ser dañinos, pero en el tiburón parecen tener un efecto positivo.
Genes salteadores y su clave en la reparación del ADN.
Estos “genes saltadores” parecen desempeñar un papel clave en la reparación del ADN, un proceso esencial para mantener la integridad genética y ralentizar el envejecimiento. Esta capacidad de autorreparación podría explicar cómo el tiburón de Groenlandia logra vivir durante siglos, evitando daños genéticos acumulativos que en otras especies conducen al envejecimiento prematuro.
El estudio de su genoma no sólo es fascinante desde un punto de vista biológico, sino que también tiene implicaciones importantes para la medicina humana. Comprender los mecanismos genéticos que permiten la longevidad del tiburón podría inspirar el desarrollo de terapias y fármacos que mejoren la reparación del ADN en humanos. Estas investigaciones abren la puerta a prolongar la vida saludable y combatir enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
A pesar de sus capacidades extraordinarias, el tiburón de Groenlandia está clasificado como vulnerable en la Lista Roja de la UICN. Su lenta tasa de reproducción lo hace especialmente susceptible a la pesca incidental y a los cambios en su hábitat. Los hallazgos sobre su genética tienen un valor científico y podrían contribuir a impulsar su conservación, asegurando la supervivencia de esta especie única.
El estudio del tiburón de Groenlandia también ofrece una ventana a la evolución de los tiburones. Una de ella es su genoma ha desarrollado características especializadas para la supervivencia en condiciones extremas. Estas adaptaciones genéticas permiten entender mejor la evolución de los vertebrados marinos y los mecanismos que les han permitido prosperar durante millones de años.