Testigo relata detalles del asesinato de taxista de City Mall

"Ambos taxistas gritaban malditos parasitos, estos mareros porque no nos dejan en paz, que no saben que ni pisto tenemos gracias a ellos" dice Sacha.

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Taxista de City Mall
Momento en que elementos de la policía acordonan la escena.

SAN PEDRO SULA. Un taxista de City Mall fue asesinado ayer en el barrio Suyapa, el joven de 23 años fue identificado por la policía como Marlon Quiroz.

Agentes de la Policía Nacional encontraron al conductor del taxi dentro de la cabina del mismo con varios impactos de bala.

Rápidamente movieron al hombre a la paila de su patrulla con el propósito de trasladarlo a un hospital, pero murió ahí mismo.

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Tiempo Digital conoció el relato de una joven que presenció el asesinato de este taxista en las cercanías del City Mall.

«Nunca imagine que acompañar a mi amigo a tomar un café, iba significar ver como la vida de una persona es arrebata», comenzó a relatar la testigo fortuita.

Sacha Rossi, así la identificaremos en este relato,  es una joven de 26 años,  quién por miedo a represalias pidió a Diario Tiempo Digital mantenerse en el anonimato.

«Es algo que nunca olvidaré» dice Sacha, con lágrimas en los ojos y en medio de un mar de nervios.

Momentos después, ya un poco más tranquila, Sacha continua:

«Todo comenzó como a eso de las  3:35 pm cuando íbamos saliendo del City Mall, quede con un amigo en un negocio que se llama Don Café», recuerda Sacha.

Nos comenta que ella quería sentir la brisa fresca y por eso le pidió a su amigo que se sentaran afuera.

«Estando en el área al aire libre, algo me llamó la atención, en ese momento no había tráfico, tan cerca del City Mall eso es raro», se dijo ella.

Sacha recuerda bien que ella estaba de espalda al auto servicio de Banco Atlántida, frente al City Mall, cuando todo ocurrió, de repente.

«Empezamos a escuchar las detonaciones, pero al principio nadie pensó que eran tiros. A ese momento eran como las 3:40 pm», agrega.

«Yo lo sé porque he vivido en el barrio La Unión, que el sonido de la descarga de un arma es seco, sin ecos ni nada», expresó.

Sacha no estaba considerando la ubicación donde ocurrió el ataque, entre árboles y edificios, un espacio semi cerrado que provoca ecos.

«Cuando escuchamos los primeros tiros, uno tras otro, pensamos que tal vez alguien estaba reventando cohetes», manifiesta.

«Pero después del sexto, nos dimos cuenta que se trataba de una balacera, la gente empezó a correr», recuerda.

Sacha nos revela que estaba paralizada, su amigo le imploraba que se fueran, pero ella solo buscaba con la mirada la fuente del sonido.

«En ese momento, veo la gente del autobanco corriendo y cuando volteó vio a dos tipos al par de una camioneta», dice.

«Momentos antes cuando nos sentamos en la terraza de Don Café, yo había visto al taxista ahí, con la puerta abierta, revisando el teléfono, me imagino que estaba esperando a sus próximos clientes», apuntó..

«Vi a los tipos con ropas como oscuras, sin máscaras, parados frente a la puerta del conductor del taxi, disparando sin parar, hacia dentro»,  relata con voz entrecortada.

Para este momento dice Sacha que el taxista no se veía, solo se miraban los flachazos de la descargas y como se chispeaban de sangre las ventanas del vehículo.

También nos cuenta que otra chica estaba super cerca y quedó viendo sentada desde un sofá.

«Esa chava no se movió porqué no se sabía de dónde venían los tiros», supone Sacha.

«Hasta después de como 15 disparos se detuvieron, todo el mundo se había escondido» relata.

«Unos estaban tirados en medio de arbustos y cubriéndose en edificios cercanos mientras pasaba la tirazón», observó la joven.

«Me percate que solo se subieron a la camioneta Ford Escape gris y agarraron el bulevar, pero en contravía», manifiesta.

La joven asegura que la camioneta se notaba que no era muy nueva y que el taxista estaba aparcado en el punto de taxi.

«Recuerdo que  el taxi era el primero, no había ningún pasajero, era el próximo al que le tocaba salir», dice.

«Después que los asesinos se marcharon, vi que un taxista se asomó y vio el cuerpo de su compañero asesinado», continua Sacha.

Con dificultad, Sacha dijo que ese taxista sólo agarró la gorra de la víctima y luego comenzó a patear el suelo, llorando y lleno de furia.

Posteriormente otro taxista llegó a ver dentro del taxi y al confirmar el hecho, indignado comenzó a gritar y patear el taxi.

«Alcance a escuchar sus gritos de que se levanta a las 3 am, para hacer una tarifa y que no era justo», afirma la testigo.

«Ambos gritaban malditos parásitos, estos mareros porque no nos dejan en paz, que no saben que ni pisto tenemos gracias a ellos», dice Sacha que escuchó.

La unidad de transporte que conducía el fallecido operaba con el número 1779.
La unidad de transporte que conducía el fallecido operaba con el número 1779.

«Me puse a llorar  y le dije a mi amigo que vamos a ver si está vivo, intentemos ayudarle, él se negó porque dijo que podían regresar» (refiriéndose a los asesinos).

«Lo primero que pensé es tengo que irme de este maldito país, no es justo, a plena luz del día lo matan a uno». Sacha llora al decir esto.

Sin embargo,  la testigo asegura que recién sucedido el hecho, policías pasaron en una patrulla y no se detuvieron.

«Nosotros nos quedamos allí, la policía llegó al rato, antes había pasado una patrulla, habían como 5 taxistas alrededor del taxi, pero no pararon», afirmó.

«Vi que estaban intentando sacar a la persona. Luego dejaron el taxi ahí y acordonaron la escena» admite Sacha.

«Me fije que no se revento ni un vidrio del carro, era directamente contra el taxista que disparaban», señala la joven.

Sacha  confiesa que cuando llegó a su casa se sentía enferma, con migraña y dolor de estómago.

«Me sentía mal, asqueada, irritada y me dolían los ojos, anoche no dormí pensando que tengo que sacar a mi familia de este país», dice.

«Yo nací y he vivido toda mi vida aquí en San Pedro Sula. Crecí en el barrio La Unión que siempre ha sido peligroso», expone Sacha.

«Aún así, crecí plenamente,  por eso no puedo creer en lo que mi ciudad se ha convertido, un matadero», concluyó la perturbada testigo que sostuvo este relato vía redes sociales.

EL Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras contabiliza 200 homicidios en lo que va del año.

Las estadísticas son una cosa, pero cuando se vive un acto violento en carne propia, pasa lo que hoy vive Sacha.