Redacción. Lo que inicialmente fue concebido como un refugio tranquilo para inversionistas extranjeros y jubilados, ese convirtió en un lugar de miedo y violencia.
El pasado domingo 5 de octubre, un grupo de hombres armados y encapuchados irrumpió en el complejo residencial Trujillo Beach Eco, en Viejos Marañones, municipio de Trujillo, Colón, dejando a residentes en estado de shock y temor.

Según testimonios de residentes y trabajadores del proyecto, los sujetos ingresaron a la fuerza, rompieron puertas, robaron pertenencias y expulsaron al jefe de mantenimiento del lugar.
“Entraron armados, se llevaron cosas de varias casas y obligaron a nuestro encargado a irse. Algunos llamaron al 911, pero la policía llegó y no hizo nada”, denunció una fuente cercana.
Entre los afectados se encuentran dos parejas de ciudadanos canadienses jubilados, quienes permanecen atrapados dentro del complejo.
De acuerdo con el ingeniero Julio Chi Ham, expresidente de la Cámara de Turismo de Trujillo, uno de los matrimonios ya decidió abandonar el país, mientras que el otro permanece encerrado sin acceso a agua potable.

“Estas personas vinieron a Honduras a disfrutar su retiro. Invirtieron todo aquí, y hoy viven encerradas en sus casas, usando el agua de la piscina para sobrevivir”, lamentó Ham.
Proyecto Trujillo Beach Eco
Más de 300 ciudadanos canadienses invirtieron en la creación del proyecto Trujillo Beach Eco hace más de diez años. Durante años, este proyecto destacó como un ejemplo de turismo residencial y generó empleo para más de 200 personas en la zona.
Sin embargo, el reciente ataque ha dejado en evidencia la falta de garantías de seguridad y respuesta institucional.
El jefe de mantenimiento intentó denunciar los hechos ante la Dirección Policial de Investigaciones (DPI), pero la DPI rechazó la denuncia alegando que solo el apoderado legal del proyecto podía presentarla formalmente.
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“El gobierno habla de atraer turismo y de promover la inversión extranjera, pero no actúa cuando pasan estas cosas. ¿Qué mensaje estamos enviando?”, cuestionó Ham, tras señalar que el silencio oficial ha provocado llamadas de preocupación de otros inversionistas canadienses con propiedades en la zona.
Mientras tanto, el grupo armado continúa dentro del complejo y la comunidad, antes símbolo de esperanza, ahora se encuentra sitiada por el miedo, el abandono y el desencanto.



