Redacción. Aunque las autoridades presentan los nuevos módulos del Centro Nacional Penitenciario de Támara como espacios modernos y organizados, la realidad que enfrentan cientos de privados de libertad refleja una situación muy distinta.
Testimonios recientes revelan condiciones marcadas por el hacinamiento, la escasez de agua, una alimentación deficiente y la falta de atención médica básica. Además, en los nuevos módulos, incluso se observa a varios reclusos amontonados, en contraste con la imagen de orden que promueven las autoridades.
De acuerdo con datos de las autoridades penitenciarias, en cada una de las dos naves recién habilitadas se encuentran confinados 504 internos, sumando un total de 1,008 personas en espacios que no están diseñados para albergar tantos reos.
Carencias y problemas en el centro penal
Durante una visita reciente de un medio de comunicación, se mostró que más de 36 personas se encontraban dentro una misma celda, muchos de ellos sobre estructuras de hierro sin colchones.
“Estamos durmiendo en puro hierro… no tenemos agua, nos quitaron toda la ropa, y no hay colchones. Hasta comida mala nos están dando, cuando nos habían prometido otra cosa”, relató uno de los privados de libertad.
La comida, lejos de ser adecuada o suficiente, se limita en la mayoría de los casos a tres tortillas, arroz y frijoles, servidos hasta tres veces al día, aunque algunos aseguran que a veces solo reciben dos tiempos de comida.
“Esta es la comida de nosotros, hermano… tres tortillas y arroz con frijoles, nada más. Por eso muchos presos se están enfermados, por la mala alimentación”, expresó uno de los internos, mostrando su plato.
En cuanto al acceso a salud, algunos reclusos afirman que padecen enfermedades como diabetes e hipertensión, pero no están recibiendo medicamentos ni atención médica adecuada. Las condiciones de encierro también han generado problemas emocionales.
“Tengo siete meses que no me visitan, mi familia no tiene recursos para venir”, contó uno de los internos entre lágrimas, pidiendo que su esposa y hermana puedan llegar hasta el penal.
Reclusos con sentencia cumplida
Otro caso que resalta es el de un privado de libertad que asegura haber cumplido su condena hace seis meses, pero continúa recluido. “Mi abogado me dejó el caso botado, y el defensor público me quería cobrar 20 mil lempiras… nadie hace nada”, denunció.
Mientras las autoridades insisten en mostrar una imagen de orden, rehabilitación y control, las condiciones descritas desde adentro revelan una realidad completamente distinta: una marcada por la precariedad, el abandono y el hacinamiento.
Inconformidad de los privados
Ante estas aparentes negligencias por parte de las autoridades del centro penal, circuló en horas de la tarde-noche un video que muestra a un grupo de privados de libertad del Centro Penal de Támara protagonizando una revuelta este miércoles.
Los internos destruyeron colchones, cámaras de vigilancia y otros bienes dentro de uno de los módulos recientemente habilitados.
La protesta, según trascendió, fue una respuesta directa a las condiciones de hacinamiento, falta de agua, mala alimentación y nula atención médica que, desde hace semanas, han sido denunciadas por los mismos internos.
Ver video de la protesta
En medio del disturbio, varios colchones fueron reducidos a cenizas y se reportó la destrucción de parte del sistema de cámaras de seguridad del módulo, lo que puso en alerta a las autoridades penitenciarias.
A pesar de la tensión, no se reportaron enfrentamientos con custodios, pero la situación obligó a suspender momentáneamente las actividades internas y reforzar la vigilancia en esa sección del penal.
Estos incidentes evidencian una crisis de fondo y una deficiente administración por parte del centro penitenciario.
Tanto los familiares de los reclusos como representantes de organismos de derechos humanos han reiterado la necesidad urgente de mejorar las condiciones dentro del penal y garantizar un trato digno para los privados de libertad, en cumplimiento con los estándares básicos establecidos por ley.