Redacción. La muerte de Leonel Barrientos en el balneario de Rufinito, La Unión, Lempira, ha dejado consternada a la comunidad, donde vecinos y visitantes que lo conocían compartieron detalles sobre su vida y las circunstancias que lo llevaron a exponerse a riesgos constantes.
Según un testigo, Barrientos era bien conocido en el balneario, pero su comportamiento siempre generaba preocupación.

“Se metía a la piscina sin ninguna medida de seguridad. Varias veces otras personas tuvieron que ayudarlo porque temíamos que algo así sucediera”, relató.
Los vecinos añadieron que Barrientos solía andar solo, recorriendo las calles de Lempira, pidiendo comida y dinero para sus medicamentos.
Aunque su familia lo tenía medicado por problemas de salud mental, frecuentemente se escapaba de casa, lo que lo ponía en constante peligro.
“Siempre era tranquilo, pero su comportamiento era impredecible. La gente trataba de cuidarlo, pero él actuaba por su cuenta”, comentó otra persona que lo conocía.
Ahogado en Lempira
Los testimonios reflejan que Barrientos ya había tenido incidentes previos en la zona, y que la comunidad temía que ocurriera un accidente.
Su conducta frente a los ríos y piscinas locales evidenciaba un patrón de riesgo constante, y en varias ocasiones había recibido ayuda de personas que intentaban prevenir tragedias.

Este relato pone de relieve la vulnerabilidad de personas con problemas de salud mental en espacios públicos y la necesidad de supervisión y apoyo de la comunidad.
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Vecinos y autoridades insisten en la importancia de la prudencia y la solidaridad, especialmente hacia personas vulnerables, para evitar que sucesos similares vuelvan a ocurrir.
La historia de Barrientos deja una advertencia sobre la necesidad de acompañamiento, cuidado y prevención en comunidades donde las personas con condiciones de salud mental frecuentan espacios públicos.

