Redacción. Stephanie Cam, la actual Miss Honduras 2024, no solo representa a su país en el prestigioso certamen de Miss Universo, sino que también ha dejado una marca imborrable en el mundo del modelaje, siendo portada de la revista Vogue y trabajando con reconocidas marcas internacionales.
Detrás de esta estrella radiante hay una historia de esfuerzo, resiliencia y orgullo cultural. Nacida en Queens, Nueva York, Stephanie Cam creció en un hogar de raíces hondureñas y peruanas.
Su madre es originaria de Honduras, mientras que su padre proviene de Perú, y Stephanie también posee la nacionalidad estadounidense. Esta mezcla de culturas no solo enriquece su identidad, sino que también se refleja en su enfoque artístico y profesional.
Desde temprana edad, mostró su habilidad en diversas disciplinas, destacándose en el ballet, tap y movimiento urbano. Este talento para el baile se suma a su carisma en las pasarelas, donde ha conquistado importantes espacios en la industria de la moda.
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Un inicio discreto
Antes de brillar internacionalmente, Stephanie tuvo que construir su camino con esfuerzo. A los 14 años comenzó a trabajar en un salón de belleza, realizando pedicuras, y posteriormente fue mesera en un restaurante griego. Estas experiencias moldearon su carácter trabajador y perseverante.
A los 19 años firmó su primer contrato internacional como modelo, un sueño hecho realidad. Sin embargo, poco después, sufrió un accidente que la dejó incapacitada físicamente durante un tiempo.
Este desafío la obligó a reinventarse y dedicarse por completo al modelaje, demostrando su fortaleza y capacidad para superar adversidades.
En ese sentido, Stephanie también es madre de una niña de 7 años, con quien comparte su pasión por el modelaje, participando juntas en campañas publicitarias. Además, tiene una media hermana de raíces hondureñas y griegas, lo que refuerza la diversidad cultural que rodea su vida.
Orgullo
En sus propias palabras, representar a San Pedro Sula y a Honduras en Miss Universo es mucho más que un logro personal. Para ella, es un homenaje a sus raíces y a los valores de unidad y amor que le inculcó su familia.
«Crecí en un hogar de fuerza, comunidad y amor. Mi familia me enseñó la importancia de estar siempre juntos. Con esa base podemos llegar lejos».
Igualmente, mencionó que está comprometida con la educación y el arte, especialmente para la niñez hondureña. Su propósito es proyectar al país de manera positiva ante el mundo y mostrar todo lo que Honduras tiene para ofrecer.
«Quiero enseñarle a mi hija que no hay límites para los sueños. En cualquier etapa de la vida, las mujeres podemos lograr lo que nos proponemos. Voy a Miss Universo con mi corazón, más allá de la corona«, agregó.