Redacción. Sentirse cansado tras una larga jornada suele ser normal. Sin embargo, cuando la fatiga se vuelve persistente y no desaparece ni con el descanso, puede tratarse de algo más serio: el síndrome de burnout, un trastorno que hoy preocupa a médicos y especialistas en salud mental en todo el mundo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce el burnout como un fenómeno laboral que no debe confundirse con el simple estrés. Lo describe como “un síndrome conceptualizado como resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha gestionado con éxito”.
En la misma línea, especialistas de Cleveland Clinic advierten que este estado representa un colapso físico y emocional con consecuencias en la vida profesional y personal.

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Cómo se diferencia del estrés común
El estrés laboral suele ser temporal y, en la mayoría de los casos, cede tras un descanso. El burnout, en cambio, se instala cuando esa capacidad de recuperación desaparece.
La psiquiatra Sarah Boss, de Cleveland Clinic, lo explica así: “El estrés es agudo y temporal; podemos sentirlo antes de una presentación, pero tras descansar nos recuperamos. El burnout aparece cuando ni siquiera el tiempo libre logra restaurar la energía, y la persona se siente desconectada e incapaz de funcionar con normalidad”.
Este desgaste continuo altera mecanismos cerebrales como la regulación de dopamina y adrenalina, lo que intensifica los síntomas.
Las señales de advertencia
La especialista en salud mental Michelle Robinson Hayes, citada por la revista Hello, identifica tres dimensiones clave para reconocer el burnout:
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Agotamiento persistente: sensación de fatiga extrema o falta de energía que no mejora con el descanso.
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Distanciamiento mental y negatividad: actitudes de desapego hacia el trabajo, acompañadas de cinismo o frustración.
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Disminución de la eficacia profesional: pérdida de motivación, inseguridad y miedo al fracaso.
Además, se pueden presentar síntomas físicos y conductuales como:
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irritabilidad, insomnio y cefaleas,
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problemas digestivos,
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sensación de vacío emocional,
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reducción del rendimiento laboral.
Cleveland Clinic advierte que, de no tratarse, estos signos pueden derivar en enfermedades autoinmunes, abuso de sustancias o incluso ideación suicida.
Causas y factores de riesgo
El burnout surge exclusivamente del entorno laboral. Ambientes donde el estrés es crónico y la recuperación resulta imposible crean el terreno perfecto para su aparición.
Uno de los factores más actuales es la hiperconectividad: la expectativa de responder mensajes y correos fuera del horario de oficina, que borra las fronteras entre la vida profesional y personal.
Trabajadores de modalidad híbrida o en sectores de alta presión, como el sanitario, presentan un mayor riesgo. En estos últimos, el síndrome se traduce en errores, descenso de productividad y un impacto directo en la seguridad de los pacientes.
Cómo prevenirlo y buscar ayuda
Los expertos coinciden en que enfrentar el burnout requiere tanto estrategias individuales como acciones colectivas:
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Priorizar el descanso, una alimentación saludable y el ejercicio.
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Practicar técnicas de atención plena y autocuidado.
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Detectar de forma temprana las señales de alarma.
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Fomentar el apoyo mutuo entre compañeros de trabajo.
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Limitar las horas de jornada y garantizar condiciones adecuadas desde las instituciones.

Finalmente, los especialistas subrayan que ante síntomas persistentes es crucial buscar ayuda profesional. El diagnóstico oportuno permite diseñar un plan de recuperación y evitar que el agotamiento se convierta en un obstáculo permanente en la vida laboral y personal.
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