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jueves, abril 25, 2024

¿Se puede vivir sin celular?

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CARACAS. La primera vez que me quedé sin celular fue porque se me cayó al excusado y sentí morir. Ni siquiera me importó meter la mano al retrete con tal de ‘salvarlo’ pero por unas horas eso fue imposible; ahí comenzó mi pesadilla porque… ¡yo no podría vivir sin celular!

Mis amigos me recomendaban que por 3 días no lo prendiera y lo metiera en un recipiente lleno de arroz. “¿Que, qué? ¡3 días es mucho tiempo, no puedo estar sin mi celular”, afirmé enojada. Dejé pasar 2 largas y agonizantes horas y, afortunadamente, el celular funcionó de nuevo.

Al ver que no soporté ni dos horas de estar incomunicada me propusieron hacer el reto de quedarme un fin de semana sin celular y acepté.

Sábado
Debo confesar que para las primeras horas de este día ya estaba arrepentidísima de haber dado mi palabra de no usar mi ceular. La verdad era que me aterraba la idea de vivir sin celular todo un largo fin de semana.

A la única persona que le avisé que no lo traería fue a mi mamá, pero fuera de ella también quería experimentar cuánta gente me buscaría sin saber que yo no estaría disponible.

Por un lado estaba tranquila porque mis hijos estaban conmigo y no tendría que estar con el pendiente ante alguna emergencia, pero por otro no podía evitar sentir que algo me faltaba.

La mañana transcurrió sin contratiempos. Pensaba que estaría ansiosa o irritable por no ver mi celular pero no fue así. Pude hacer cosas en mi casa tranquilamente y salí con mis hijos a un centro comercial.

Me di cuenta que yo era de las pocas (si no es que la única mamá) que no traía el celular mientras comía con mis niños; la plática y la convivencia con ellos fue de las mejores que he tenido en mucho tiempo.

Disfruté el simple hecho de recorrer la plaza, ‘bobear’ en las tiendas, comer un rico helado sin prisas… Era como si mis sentidos estuvieran más despiertos que nunca.

Cuando llegué a casa literalmente caí rendida por el cansancio y no desperté en toda la noche (algo que no me hubiera pasado de saber que tendría mi celular porque seguro estaría de chismosa en el Facebook o mirando videos).

Domingo
Ni me acordé del celular porque desde temprano me salí a andar en bicicleta con mis hijos y el día se me pasó rapidísimo.

Ya en la noche tenía mi celular de vuelta pero lo padre de todo fue que no me volví a poner ansiosa al tenerlo conmigo. Pensé que mi primera reacción sería ver las llamadas perdidas o mensajes del WhatsApp, y fue simplemente colocarlo en el buró al lado de mi cama para escuchar la alarma al día siguiente.

Me sirvió mucho este ejercicio de vivir sin celular por un fin de semana, y por eso te reto a que tú también lo hagas. Verás lo bien que te sientes y lo mucho de lo que te estás perdiendo al estar conectada a él.

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