San Pedro Sula, Honduras. El fuego borró en pocas horas años de esfuerzo, madrugadas de trabajo y sueños construidos a pulso en el Mercado Medina, uno de los corazones comerciales más antiguos de San Pedro Sula. La noche del lunes, un voraz incendio redujo a escombros decenas de negocios y cambió el cierre de año para cientos de familias.
Más de 100 locales resultaron afectados por el siniestro que, según versiones preliminares, comenzó en una venta clandestina de pólvora ubicada en la quinta avenida, sexta calle del barrio Medina. Justo cuando los comerciantes esperaban incrementar sus ventas por las fiestas de fin de año, hoy regresan para barrer cenizas y rescatar lo poco que quedó en pie.
Fe inquebrantable ante la adversidad
Con lágrimas en los ojos, Sarahi Zavala observa los restos de su bodega Inversiones Shalom. Hasta el lunes, ese local sostenía a su familia y a siete empleados. Hoy, solo quedan estructuras ennegrecidas y mercancía destruida.
Zavala cerró su negocio esa noche como siempre, con la esperanza de regresar al día siguiente para abrir temprano y atender a sus clientes, a quienes ofrecía granos básicos y productos de abarrotería.
Mientras caminaba por la primera calle, alguien le avisó del incendio. Cuando llegó, el fuego ya había consumido todo. Siete años de trabajo quedaron convertidos en cenizas.
“Son muchas preguntas, pero sé que Dios, en su tiempo, me las va a contestar. Jamás pierdo mi fe; que me falte todo, menos el amor de Cristo”, dijo entre sollozos, mientras su esposo la abrazaba y también se limpiaba las lágrimas.
A pesar del golpe, Sarahi afirmó que esta tragedia no la derrotará. “Una vez no tenía nada y Dios me levantó. Sé que volverá a hacerlo. En un abrir y cerrar de ojos, Él hace cosas inimaginables”, expresó, mientras los bomberos continuaban las labores de enfriamiento.
La comerciante reconoció que, como muchos emprendedores, enfrenta deudas y compromisos económicos, pero aseguró que tiene la fuerza para salir adelante, aunque el panorama hoy luzca desolador.
Cuarenta años de historia
A pocos metros, Argentina Romero mira el espacio donde durante décadas funcionó el puesto de verduras que heredó de su padre. Hace diez años, tras su fallecimiento, ella asumió el negocio, cuya historia suma más de 40 años dentro del mercado.
“Mi papá trabajó aquí más de 30 años. Este negocio forma parte de nuestra vida”, relató. Romero explicó que trabaja con inversión diaria y que logró vender casi toda su mercadería antes del incendio. Aun así, pidió apoyo para que le reconstruyan su puesto y así volver a trabajar.
Al otro extremo de la sexta calle, Lesly Oseguera permanece frente a su local destruido, donde vendía insumos para jugos, lazos y cabuyas.
“Tres años de esfuerzo se convirtieron en esto”, dijo, mientras señalaba los restos de su negocio. Oseguera confesó que no sabe qué hará ahora, ya que de ese ingreso dependía el sustento de sus hijas.
“El fuego comenzó en la esquina. Esto es producto de la imprudencia”, lamentó, al referirse a la venta clandestina de pólvora.
Por su parte, Nelson Paz, quien durante más de 40 años vendió mariscos en el Mercado Medina, contó que tenía invertidos más de 50 mil lempiras. El fuego se propagó con tal rapidez que no logró rescatar nada: las congeladoras, el producto y sus herramientas de trabajo quedaron atrapados entre las llamas.
Hoy, las calles aledañas al Mercado Medina guardan silencio. Muchos comerciantes aún no asimilan lo ocurrido. Entre lágrimas y miradas perdidas observan cómo el trabajo de toda una vida se volvió ceniza.
El cierre de año será amargo, mientras las deudas, los préstamos y los compromisos con proveedores siguen llegando, aunque sus negocios ya no estén.
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