Redacción. La ansiedad forma parte de las respuestas naturales del organismo ante situaciones de peligro, presión o estrés cotidiano. Sin embargo, sus efectos no se limitan al plano emocional: también pueden modificar temporalmente distintas funciones físicas, incluida la presión arterial.
Esta relación, a menudo malinterpretada, genera dudas sobre si los episodios de ansiedad pueden desembocar en hipertensión crónica.
Especialistas de Mayo Clinic son claros: la ansiedad no provoca hipertensión arterial sostenida. Lo que sí ocurre es que, durante un episodio ansioso, el cuerpo libera adrenalina y cortisol. Estas hormonas incrementan de manera temporal la presión arterial como parte del mecanismo biológico de “alerta”.
Aunque estos picos son pasajeros, los expertos advierten que si se repiten con mucha frecuencia pueden causar efectos acumulativos semejantes a los de la presión alta persistente.
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Por qué el corazón puede verse afectado
La hipertensión crónica se caracteriza por un aumento constante en la fuerza con la que la sangre circula por las arterias. Esa presión mantenida a lo largo del tiempo es la que puede desencadenar enfermedad cardíaca, daño renal o accidentes cerebrovasculares.
En el caso de la ansiedad, los picos no son continuos ni equivalen a un diagnóstico de hipertensión. Pero si una persona experimenta subidas de presión casi todos los días o varias veces por semana, el corazón y los vasos sanguíneos se exponen repetidamente a un esfuerzo innecesario, lo que incrementa el desgaste cardiovascular.

Hábitos asociados a la ansiedad que elevan aún más el riesgo
Más allá de los aumentos hormonales temporales, la ansiedad suele estar acompañada de conductas que agravan la presión arterial. Mayo Clinic señala que es común que las personas con ansiedad:
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Fumen con mayor frecuencia.
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Consuman más alcohol.
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Coman en exceso, especialmente alimentos poco saludables.
A estos factores se suman otros como falta de ejercicio, sueño insuficiente y vida sedentaria, creando un círculo vicioso que potencia los picos de presión y deteriora la salud cardiovascular con el tiempo.
Cuándo buscar ayuda profesional
Si los síntomas de ansiedad afectan el trabajo, los estudios o las relaciones personales, los especialistas recomiendan buscar apoyo clínico. Un profesional de la salud mental puede orientar sobre las estrategias terapéuticas más adecuadas y ayudar a controlar los episodios que provocan aumentos repetidos de presión arterial.
Claves para reducir riesgos y proteger el corazón
Aunque la ansiedad no genere hipertensión crónica, manejarla correctamente es esencial para evitar consecuencias sobre el sistema cardiovascular. Las recomendaciones incluyen:
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Realizar actividad física de forma regular.
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Mantener una dieta equilibrada y limitar la sal.
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Evitar fumar y moderar el consumo de alcohol.
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Dormir adecuadamente y establecer horarios de descanso.
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Incorporar técnicas de relajación y respiración.
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Identificar desencadenantes de ansiedad y desarrollar mecanismos para afrontarlos.
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Consultar a un especialista si los síntomas interfieren en la vida diaria.
En resumen, la ansiedad no es una causa directa de hipertensión crónica, pero sus picos frecuentes sí pueden estresar repetidamente al corazón y a los vasos sanguíneos, elevando el riesgo de daño a largo plazo. Adoptar hábitos saludables y buscar ayuda cuando sea necesario permite minimizar ese impacto y proteger la salud cardiovascular.
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