Redacción. Cuando un resfrío o una gripe llega a casa, la atención no solo debe centrarse en medicamentos y reposo. Lo que se come —y lo que se evita— puede acelerar o frenar la recuperación, advierten especialistas consultados por Real Simple. Aunque ciertos alimentos fortalecen el sistema inmunitario, otros pueden empeorar síntomas como la congestión, la inflamación o el malestar digestivo.
Dana Henderson, dietista registrada y supervisora de servicios de nutrición en LA Care Health Plan, destaca que una buena alimentación es clave para que el organismo tenga la energía necesaria para sanar. Según indicó, una dieta rica en antioxidantes provenientes de frutas y verduras, acompañada de una hidratación constante, contribuye significativamente a disminuir molestias.
Un estudio publicado en Nutrients respalda esta postura: patrones alimenticios basados en productos frescos y antioxidantes se relacionan con resfríos más cortos y menos intensos. Por el contrario, una ingesta elevada de azúcares, grasas saturadas o alcohol puede debilitar la respuesta inmunológica.
Pero así como algunos alimentos ayudan, otros entorpecen. Estos son los principales elementos que los expertos recomiendan evitar mientras el cuerpo combate una infección respiratoria.
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1. Comidas picantes y muy condimentadas
Aunque en algunos casos el picante puede despejar momentáneamente la nariz, durante un resfrío puede convertirse en un problema. Neil Patel, médico de familia en el Hospital Providence St. Joseph, explicó que las especias fuertes pueden irritar el sistema gastrointestinal. Si el paciente ya experimenta diarrea o molestias digestivas —síntomas frecuentes en procesos virales— estos alimentos podrían empeorarlos.
Recomendación: reducir o eliminar condimentos fuertes y sal hasta sentirse mejor.

2. Bebidas con cafeína
El café, el té negro o las bebidas energéticas pueden afectar más de lo que ayudan. Henderson advierte que la cafeína interfiere con el sueño, un componente esencial para que el sistema inmune funcione correctamente. Además, actúa como diurético, lo que favorece la deshidratación, un riesgo común cuando hay fiebre o congestión.
Recomendación: optar por infusiones sin cafeína y agua durante todo el día.
3. Alcohol
El alcohol comparte un problema con la cafeína: la deshidratación. Patel señala que su consumo puede agravar dolores musculares, ralentizar la recuperación y, en casos severos, requerir atención médica por deshidratación. Incluso cuando los síntomas parecen estar disminuyendo, recomiendan esperar a la recuperación total antes de volver a beber.
Recomendación: evitar completamente el alcohol durante la enfermedad.
4. Alimentos ricos en grasas saturadas
Comidas muy grasosas —como frituras, embutidos o comida rápida— exigen más energía y agua para su digestión. Patel resalta que este esfuerzo puede quitar recursos al sistema inmunitario cuando más los necesita. Henderson agrega que estas grasas incrementan la inflamación, intensificando síntomas como la congestión nasal y el dolor de garganta.
Recomendación: preferir preparaciones ligeras y bajas en grasa.
5. Azúcares procesados
Postres, helados, productos de panadería y bebidas azucaradas pueden causar inflamación temporal en el organismo. Según Henderson, esto puede profundizar molestias como la congestión o el ardor de garganta, además de afectar negativamente la respuesta inmunológica.
Recomendación: moderar el azúcar y priorizar opciones naturales como frutas.
La hidratación, un punto no negociable
Más allá de lo que se evita, los especialistas coinciden en una recomendación fundamental: beber suficiente agua. Mantener las mucosas hidratadas ayuda a regular la temperatura corporal, expulsar toxinas y reducir la gravedad de los síntomas. Por eso, sugieren privilegiar el agua y caldos ligeros, alejándose de bebidas deshidratantes como el café o el alcohol.
Durante un resfrío, la alimentación puede inclinar la balanza hacia una recuperación rápida o hacia días de malestar prolongado. Evitar comidas picantes, bebidas con cafeína, alcohol, grasas saturadas y azúcares procesados permite que el sistema inmunitario trabaje sin obstáculos. Junto a una hidratación constante y una dieta rica en antioxidantes, estas medidas ofrecen al cuerpo el apoyo que necesita para sanar de forma más eficaz.
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