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martes 2 diciembre 2025

Cáncer de ovario: por qué se detecta tarde y cuáles son los factores de riesgo

Redacción. A pesar de ser poco frecuente, el cáncer de ovario sigue siendo uno de los más letales para las mujeres. Su detección tardía —la mayoría de los casos se diagnostican en etapas avanzadas— continúa siendo el principal factor que dispara su mortalidad. ¿Qué hace que esta enfermedad avance en silencio? ¿Por qué su diagnóstico sigue siendo un desafío incluso en entornos especializados? Y, sobre todo, ¿qué nuevas terapias buscan cambiar este panorama?

La investigadora de Mayo Clinic en Phoenix, Dra. Marion Curtis, analizó estas preguntas en una reciente conversación para el pódcast Health Matters, donde detalló los obstáculos que dificultan el diagnóstico temprano y los avances que podrían transformar el tratamiento en los próximos años.

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Un cáncer que no empieza donde todos creen

Uno de los principales desafíos comienza en su origen. Aunque se denomina “cáncer de ovario”, alrededor del 70 % de los casos más agresivos no se originan en este órgano, sino en las trompas de Falopio.

Según Curtis, las células malignas de la trompa migran rápidamente hacia el ovario, donde encuentran un ambiente favorable para expandirse dentro de la cavidad abdominal. Este comportamiento temprano de metástasis dificulta la detección en las primeras fases, cuando el tumor aún es microscópico.

Además, la terminología complica aún más el panorama. Tumores en las trompas, en el ovario o incluso en el peritoneo se tratan de manera similar, pero distinguirlos clínicamente sigue siendo complejo.

Cáncer de ovario: por qué se detecta tarde y qué avances buscan cambiar su mortalidad
Los primeros signos del cáncer de ovario suelen ser inespecíficos. Foto: Infobae.

Síntomas engañosos: la gran trampa del cáncer de ovario

Otro obstáculo —quizá el más conocido, pero también el más ignorado— son sus síntomas inespecíficos. Los primeros signos pueden parecer molestias comunes:

  • Hinchazón o distensión abdominal

  • Dolor pélvico o abdominal

  • Cambios en el apetito

  • Necesidad de orinar con mayor frecuencia

  • Dolor lumbar

Curtis subraya que este conjunto de sensaciones “tan vagas” suele atribuirse a estrés, a problemas gastrointestinales o a cambios hormonales. Como consecuencia, la consulta médica suele retrasarse, y cuando se llega al especialista, la enfermedad ya ha avanzado por la cavidad peritoneal.

Los límites del diagnóstico: sin pruebas eficaces de cribado

La ausencia de un método confiable de detección temprana es quizá el mayor vacío científico actual.

  • El marcador CA125, aunque útil para monitorear recaídas, no es sensible ni específico para una población sana.

  • El ultrasonido, pese a ser accesible, no distingue con precisión entre quistes benignos y tumores malignos, y su uso generalizado resultaría en múltiples biopsias innecesarias.

Mayo Clinic explora alternativas no invasivas, como la búsqueda de células tumorales en tampones menstruales, pero estas herramientas aún están en etapas preliminares.

El resultado: un cáncer que se diagnostica tarde porque no existe una prueba que permita hallarlo temprano en personas sin síntomas.

Factores de riesgo: edad, genética y hormonas

Para reducir la incertidumbre, Curtis apunta a ciertos factores que aumentan la probabilidad de desarrollar la enfermedad:

  • Edad posmenopáusica, el principal factor de riesgo.

  • Mutaciones en los genes BRCA-1 y BRCA-2, que elevan también el riesgo de cáncer de mama.

  • Terapias hormonales después de la menopausia, asociadas a un incremento en la probabilidad de aparición.

Por otro lado, existen medidas que parecen proteger, como el uso prolongado de anticonceptivos, los embarazos previos y, potencialmente, el uso a largo plazo de metformina.

Curtis recomienda pruebas genéticas a quienes tengan antecedentes familiares de cáncer de mama u ovario.

Tratamientos

El tratamiento estándar —cirugía más quimioterapia— se ha mantenido estable durante décadas. En casos avanzados, se inicia con quimioterapia para reducir el tumor y favorecer una cirugía más efectiva.

No obstante, incluso con una intervención exitosa, la recurrencia es común. Muchas pacientes entran en remisión por uno o dos años antes de enfrentar un regreso de la enfermedad. Ahí es donde aparecen las nuevas apuestas.

La frontera de la inmunoterapia

Mayo Clinic está probando estrategias de inmunoterapia que buscan crear respuestas más duraderas. Una de las más prometedoras consiste en:

  1. Extraer sangre de la paciente.

  2. Activar y expandir sus linfocitos T, las células encargadas de atacar amenazas.

  3. Reinyectarlas después de 19 días para que reconozcan y destruyan el tumor.

Lo innovador, explica Curtis, es que estos linfocitos desarrollan memoria inmunológica. Si eliminan el tumor, algunos permanecen vigilantes ante una posible recurrencia.

La terapia se dirige contra la proteína MUC-1, presente en varios cánceres, lo que abre la posibilidad de aplicarla más allá del ovario. Además, el equipo ha identificado un nuevo antígeno tumoral, un avance que podría facilitar la creación de vacunas personalizadas contra recaídas.

La importancia de insistir

Debido a que es un cáncer poco frecuente, muchos médicos de atención primaria pueden pasar años sin diagnosticar un caso. Curtis aconseja buscar una segunda opinión especializada si se sienten síntomas persistentes que no encajan con diagnósticos comunes.

“Defender la propia salud”, dice la investigadora, puede ser la diferencia entre un diagnóstico tardío y uno a tiempo.

Un futuro con esperanza, pero aún con grandes desafíos

Mientras no exista un cribado eficaz y los síntomas sigan siendo confusos, el cáncer de ovario continuará siendo difícil de detectar temprano. Sin embargo, los avances en inmunoterapia y en el entendimiento de su origen abren una puerta a tratamientos más precisos y duraderos.

Los próximos años serán cruciales: podrían significar el inicio de un cambio real en la supervivencia de una enfermedad que, hasta ahora, avanza silenciosa y se revela demasiado tarde.

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