Redacción. Las recientes discusiones sobre la regulación del flúor en el agua potable reavivaron un tema central para padres y especialistas: ¿qué prácticas garantizan una buena salud dental desde el inicio de la vida?.
Más allá de las políticas públicas, la evidencia científica indica que los cuidados bucales tempranos determinan la salud oral en la infancia y la adolescencia.
Un estudio del Foro de Salud de JAMA 2025 estima que retirar el flúor del agua podría generar 25,4 millones de caries adicionales y USD 10.000 millones en gastos dentales en los próximos cinco años.
El dato refuerza la importancia de formar hábitos de higiene bucal desde los primeros meses, incluso antes de la aparición de los primeros dientes.
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Rutinas antes del primer diente
La odontóloga pediátrica Helen Mo explicó que el objetivo inicial no es remover placa, sino acostumbrar al bebé a la sensación del contacto en la boca. Esta familiaridad reduce la hipersensibilidad y facilita tanto la higiene futura como la adaptación a las consultas odontológicas.
Según la especialista, “el cuidado bucal puede comenzar incluso antes de que a tu bebé le salgan los dientes”. Recomienda limpiar las encías con paño limpio, gasa o cepillos de silicona para dedo. Este gesto simple sienta las bases de rutinas constantes cuando los dientes erupcionan.
La primera visita al dentista
La Academia Estadounidense de Pediatría y la Academia Estadounidense de Odontología Pediátrica coinciden en un mismo punto, la primera consulta debe realizarse al cumplir un año o seis meses después de la erupción del primer diente.
En niños con sensibilidad sensorial, estos encuentros son progresivos. La Dra. Mo señala que, en algunos casos, el primer paso es simplemente que el menor entre en la sala de espera para generar confianza y construir una experiencia predecible y positiva.
Hábitos de succión
Chuparse el pulgar, usar chupete o la lactancia materna son prácticas comunes. No obstante, la especialista subraya que su impacto depende de la intensidad y duración. Aunque “no todos los niños que usan chupete o pulgar tendrán problemas dentales”, algunos pueden presentar alteraciones como mordida abierta anterior, mordida cruzada posterior o protrusión de incisivos.
Sobre la lactancia, la Dra. Mo aclaró que la leche materna no provoca caries por sí sola, pero las tomas nocturnas sin una higiene adecuada aumentan el riesgo si los dientes no se cepillan antes de dormir.
Genética y hábitos
La genética incide en la calidad del esmalte, la saliva y la alineación dental, pero no sustituye los cuidados cotidianos. “Las caries son una enfermedad multifactorial”, recuerda la especialista. Entre las medidas esenciales destaca:
- Cepillado regular.
- Uso de hilo dental.
- Control del consumo de azúcar y alimentos pegajosos.
- Reducción de la frecuencia de refrigerios.
- Hidratación con agua.
Estas acciones ayudan a crear un entorno bucal menos propenso al desarrollo de caries.
La importancia real de los dientes de leche
Contrario a la creencia común, los dientes temporales no son desechables. Algunos permanecen en boca hasta los 12 años o más, y su deterioro puede causar dolor, infecciones o dificultades en el habla.
El apiñamiento de dientes temporales también puede anticipar falta de espacio para los dientes permanentes. Por ello, la especialista recomienda una evaluación ortodóntica alrededor de los siete años, no para iniciar tratamiento inmediato, sino para monitorear el crecimiento mandibular y detectar problemas a tiempo.
En caso de golpes, se debe mantener la calma, limpiar la zona y verificar si el diente es temporal o permanente. Los dientes definitivos pueden recolocarse o, si se desprenden, conservarse en leche o saliva hasta llegar al dentista. Los dientes de leche no deben reimplantarse.
Educación y prevención
La mayoría de los problemas dentales en la infancia son prevenibles. Las rutinas tempranas, el acompañamiento profesional y la educación basada en evidencia permiten tomar decisiones informadas, crear hábitos consistentes y garantizar beneficios a largo plazo.
Cuidar la salud bucal desde los primeros meses no solo previene caries, establece una relación positiva con la higiene y el entorno odontológico que acompaña al niño durante toda su vida.
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