Redacción. La vitamina D, conocida como la “vitamina del sol”, vuelve a ocupar un lugar central en la investigación médica internacional. Más allá de su conocido papel en el sistema inmunológico, estudios recientes muestran que su presencia adecuada en el organismo tiene efectos significativos sobre la salud cardiovascular, cognitiva y muscular.
Investigadores del centro Intermountain Health en Salt Lake City examinaron pacientes que habían sufrido un infarto y ajustaron la suplementación de vitamina D3 hasta alcanzar niveles óptimos en sangre. El resultado fue notable: el riesgo de un nuevo evento cardíaco se redujo en un 50 %.
“He observado que administrar dosis más altas de vitamina D3 no generó efectos adversos en los pacientes”, afirmó Heidi May, epidemióloga cardiovascular y líder del estudio. Además, revisiones científicas publicadas en Nutrients sugieren que la vitamina D podría ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares y mejorar la evolución de quienes han sufrido un accidente cerebrovascular.
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Protección para el cerebro
El profesor David Llewellyn, de la Universidad de Exeter, resalta la relación entre la vitamina D y la función cognitiva. Estudios con más de 1.600 participantes muestran que la deficiencia leve de este nutriente aumenta hasta en 69 % el riesgo de desarrollar Alzheimer, mientras que la deficiencia grave duplica el riesgo.
“La vitamina D atraviesa la barrera hematoencefálica y tiene receptores en todo el cerebro, lo que indica una función relevante en la protección neuronal”, explica Llewellyn. Su presencia ayuda a reducir la inflamación cerebral, controlar el estrés oxidativo y facilitar la eliminación de depósitos proteicos asociados a la enfermedad de Alzheimer.
Fuerza y salud muscular
La vitamina D también es clave para la función muscular. Un metaanálisis de 2023 evidencia que la suplementación mejora la fuerza en adultos mayores con deficiencia, mientras que su carencia aumenta un 70 % el riesgo de dinapenia, la pérdida de fuerza relacionada con la edad.
Los especialistas destacan que la vitamina D interviene en la contracción muscular, el transporte de calcio y la reducción de la inflamación. Factores que impactan directamente en la movilidad y la calidad de vida en la tercera edad.
Recomendaciones y fuentes
El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido indica que niños, adolescentes y adultos requieren 10 microgramos (600 UI) diarios. Mientras que adultos mayores de 70 años necesitan 20 microgramos (800 UI). Durante el embarazo y la lactancia, la recomendación es de 10 microgramos (400 UI) diarios.
Entre los alimentos más ricos en vitamina D se encuentran los pescados grasos como salmón, caballa, sardinas y arenque. Por ejemplo, una porción de salmón aporta cerca de 13 mcg y una de caballa ahumada unos 12 mcg. Otros alimentos como la yema de huevo y productos fortificados —leches vegetales, cereales de desayuno— también contribuyen a alcanzar los niveles adecuados.
En conclusión, la evidencia científica actual respalda que mantener niveles óptimos de vitamina D no solo fortalece los huesos y mejora la absorción de calcio, sino que también reduce riesgos cardiovasculares, protege la función cognitiva y potencia la fuerza muscular, consolidándose como un nutriente clave para el bienestar integral.
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