Redacción. Las semillas de calabaza, también conocidas como pepitas, han pasado de ser un simple complemento alimenticio a ocupar un lugar destacado entre los llamados “superalimentos”. Detrás de su fama no hay moda ni exageración: su composición nutricional respalda cada uno de los beneficios que se le atribuyen. Pero, ¿qué ocurre realmente en el cuerpo cuando las consumimos?
Al incorporar semillas de calabaza en la dieta, el sistema cardiovascular recibe uno de los mayores beneficios. Estas semillas contienen ácidos grasos omega-3, reconocidos por su capacidad para elevar los niveles del colesterol HDL, conocido como “colesterol bueno”. Este tipo de colesterol ayuda a eliminar el exceso de colesterol de la sangre, transportándolo hacia el hígado para su eliminación. El resultado: una mejor salud arterial y una menor probabilidad de desarrollar enfermedades coronarias.
Según un artículo de EatingWell, esta propiedad ha llevado a muchos nutricionistas a recomendar su consumo regular como parte de una alimentación que protege el corazón. Además, su bajo contenido de sodio y ausencia de colesterol las convierte en un complemento ideal para mantener una buena circulación sanguínea.
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Control del azúcar y energía estable
Más allá del corazón, las semillas de calabaza también influyen positivamente en el metabolismo de la glucosa. Un estudio publicado en Journal of Medicinal Food demostró que su combinación de proteínas y fibra ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en sangre, evitando los picos glucémicos después de las comidas.
Este equilibrio es especialmente valioso para personas con diabetes o para quienes buscan mantener una energía constante a lo largo del día. Al consumirlas, el cuerpo digiere los carbohidratos de manera más gradual, lo que reduce la fatiga y mejora la concentración.
Nutrientes que favorecen el descanso
El impacto de las semillas de calabaza también se extiende al sueño. Su contenido de magnesio favorece la relajación muscular y el equilibrio del sistema nervioso, factores esenciales para un descanso reparador. A esto se suma el triptófano, un aminoácido que interviene en la producción de serotonina y melatonina, dos sustancias que regulan los ciclos del sueño.
Un artículo de la revista Nutrients destaca que consumir una pequeña porción de semillas antes de dormir puede mejorar la calidad del descanso. La nutricionista Maggie Michalczyk lo resume de forma sencilla: “Son un excelente tentempié antes de dormir”.
Fuente vegetal de proteínas y minerales
Cada porción de 30 gramos de semillas de calabaza aporta alrededor de 9 gramos de proteína vegetal, una cifra que las posiciona entre las fuentes más densas de origen vegetal. Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), aumentar el consumo de proteínas vegetales puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, síndrome metabólico y ciertos tipos de cáncer.
Su aporte mineral también es destacable: una porción de 30 gramos contiene cerca de 150 mg de magnesio, 345 mg de fósforo, 107 mg de potasio y 6 mg de zinc. Este equilibrio favorece la salud ósea, el metabolismo energético, la función muscular y la fortaleza del sistema inmunológico.

Beneficios para la salud hormonal
En el caso de las mujeres, las semillas de calabaza pueden desempeñar un papel importante en el equilibrio hormonal. Son una buena fuente de zinc, mineral que contribuye a la regulación de la progesterona y a la salud reproductiva.
Además, contienen fitoestrógenos, compuestos vegetales que ayudan a equilibrar los niveles de estrógeno en el organismo.
La nutricionista Michalczyk destaca que “son excelentes para las mujeres porque ayudan a mantener la salud hormonal al regular la progesterona”. Este aporte puede resultar útil durante diferentes etapas del ciclo menstrual y en la menopausia.
Precauciones y consumo responsable
Aunque las semillas de calabaza son seguras para la mayoría de las personas, hay casos en los que conviene moderar su consumo. Las personas con alergias a las semillas o con enfermedades digestivas como la diverticulitis deben consultar a su médico antes de incorporarlas a su dieta.
Lauren Manaker, licenciada en Ciencia de los Alimentos y Nutrición Humana por la Universidad de Florida, advierte que quienes siguen una dieta baja en fibra deben consumirlas con precaución para evitar molestias gastrointestinales. Además, recomienda revisar las etiquetas de las versiones preenvasadas, ya que algunas pueden contener sal o saborizantes añadidos que aumentan el contenido de sodio.
Un ingrediente versátil para todos los días
Las semillas de calabaza se adaptan con facilidad a diferentes preparaciones. Pueden añadirse a yogures, avena, batidos, ensaladas o panes caseros. También se utilizan en barritas de granola o como toque crocante en sopas y bowls vegetarianos.
Para quienes buscan un impulso extra de proteínas en el desayuno, una opción práctica es incluirlas en batidos o usar proteína vegetal elaborada a partir de ellas. Otra alternativa consiste en tostarlas con especias o hierbas para disfrutar de un snack saludable y sabroso.
En definitiva, comer semillas de calabaza es mucho más que un gesto saludable: es una forma de nutrir el cuerpo de manera integral. Desde mejorar la salud cardiovascular y estabilizar el azúcar en sangre, hasta favorecer el descanso y el equilibrio hormonal, estas diminutas semillas concentran una impresionante variedad de beneficios. Su versatilidad y valor nutricional las convierten en un aliado ideal para quienes buscan una alimentación equilibrada y funcional.
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