Redacción. La relación entre la microbiota intestinal y la salud general ha cobrado especial relevancia en los últimos años. Este ecosistema de microorganismos desempeña un papel clave en la digestión, el metabolismo y la defensa inmunitaria, y cada vez hay más evidencia sobre cómo los hábitos cotidianos, incluido el consumo de alcohol, pueden alterarlo.
Un hallazgo crucial de la investigación científica es la rapidez con que el alcohol puede afectar la flora intestinal. Según el gastroenterólogo Will Bulsiewicz, incluso una sola ingesta puede provocar cambios mensurables en la microbiota en tan solo 30 minutos.
Un estudio publicado en Frontiers in Cellular and Infection Microbiology demostró que, tras consumir alcohol, los niveles de endotoxinas bacterianas —componentes de la pared celular de ciertas bacterias— aumentan rápidamente. Estas toxinas favorecen la inflamación y, si la barrera intestinal se debilita, pueden activar el sistema inmunológico y desencadenar malestar digestivo o alteraciones en las deposiciones. “A los 30 minutos ya se observan alteraciones en la flora intestinal”, subraya Bulsiewicz.

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Efectos tanto en bebedores ocasionales como frecuentes
El impacto no se limita a quienes consumen alcohol de forma habitual. Incluso las personas que beben esporádicamente pueden experimentar cambios en su microbiota, aunque sean temporales. La exposición continua al alcohol, en cambio, reduce la diversidad bacteriana y favorece el predominio de microorganismos inflamatorios. Esto puede derivar en problemas digestivos como estreñimiento o diarrea, además de aumentar la inflamación sistémica y alterar el sueño.
Respecto a la cantidad de alcohol, Bulsiewicz advierte que no existen beneficios comprobados al empezar a beber, y que incluso el consumo moderado puede interferir con la salud intestinal. Sin embargo, reconoce que la moderación es clave: una copa de vino o una cerveza en ocasiones especiales puede formar parte de un estilo de vida equilibrado si se respetan los límites recomendados por organismos de salud y se presta atención a cómo responde el propio cuerpo.
En resumen, la evidencia científica indica que el alcohol altera la microbiota intestinal de forma casi inmediata. Es decir, favore procesos inflamatorios y trastornos digestivos, aunque sean consumos puntuales. La clave está en la moderación, la atención a la respuesta individual y la priorización de una dieta variada que proteja la salud intestinal.
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