Redacción. Sentir un “aleteo” en el pecho, un latido más fuerte de lo habitual o la sensación de que el corazón se detiene un instante puede causar preocupación. Sin embargo, los especialistas coinciden en que, en la mayoría de los casos, las palpitaciones cardíacas son benignas y transitorias, siempre que no se acompañen de otros síntomas.
Reconocer cuándo son inofensivas y cuándo requieren atención médica urgente es clave para prevenir complicaciones cardiovasculares.
De acuerdo con Mayo Clinic, las palpitaciones son la percepción consciente del propio ritmo cardíaco, que puede sentirse acelerado, irregular, fuerte o intermitente. Estas sensaciones pueden manifestarse en el pecho, la garganta o el cuello, y aparecer tanto durante la actividad física como en reposo.
Por lo general, no implican un daño estructural en el corazón. Sin embargo, en ocasiones pueden reflejar alteraciones en la conducción eléctrica que regulan el ritmo cardíaco, explica Froedtert & Medical College of Wisconsin. Estas alteraciones se conocen como arritmias y pueden requerir valoración médica.
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Causas más frecuentes
Los factores que desencadenan palpitaciones varían según cada persona, pero los centros médicos coinciden en varios detonantes comunes:
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Estrés y ansiedad, que estimulan la liberación de adrenalina.
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Consumo excesivo de cafeína, nicotina o alcohol.
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Fiebre o deshidratación, que aumentan la frecuencia cardíaca.
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Cambios hormonales, como los asociados con el embarazo, la menstruación o la menopausia.
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Medicamentos, entre ellos algunos broncodilatadores, antidepresivos o fármacos para la tiroides.
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Desequilibrios de electrolitos, especialmente bajos niveles de potasio o magnesio.
Mayo Clinic también advierte que las palpitaciones pueden estar vinculadas con enfermedades de la tiroides, trastornos del ritmo cardíaco o problemas estructurales del corazón.

Cómo actuar ante un episodio
Cuando las palpitaciones son ocasionales y no se acompañan de otros síntomas, los especialistas recomiendan mantener la calma y aplicar medidas sencillas en casa.
La Dra. Tamanna Singh, cardióloga de Cleveland Clinic, señala que la ansiedad puede intensificar los episodios, por lo que es fundamental no alarmarse. “Si sientes un cambio en tu ritmo cardíaco pero no te preocupa, está bien intentar detenerlas en casa”, comenta.
Entre las estrategias más efectivas se incluyen:
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Respiración profunda o “respiración en caja”: inhalar, mantener, exhalar y volver a mantener la respiración durante cuatro segundos cada vez. Esta técnica ayuda a oxigenar el cuerpo y reducir la activación del sistema nervioso simpático.
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Maniobras vagales, que estimulan el nervio vago y ayudan a estabilizar el ritmo cardíaco. Pueden realizarse mediante:
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Salpicar agua fría en el rostro.
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Efectuar una maniobra de Valsalva (hacer fuerza como si se intentara evacuar).
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Exhalar con fuerza por los labios formando una “O”.
Antes de realizar maniobras más intensas, como sumergir el rostro en agua fría, se recomienda consultar con un médico.
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Hidratación adecuada: la Cleveland Clinic advierte que la deshidratación y la pérdida de electrolitos pueden causar palpitaciones. Beber agua o líquidos con electrolitos puede ayudar a normalizar el ritmo cardíaco.
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Evitar los desencadenantes conocidos, como el exceso de cafeína, el alcohol, el tabaco o los alimentos muy picantes.
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Registrar los episodios: anotar cuándo ocurren, cuánto duran y qué circunstancias los acompañan facilita el diagnóstico médico y permite identificar patrones.
Cuándo buscar atención médica
Aunque la mayoría de las palpitaciones no son peligrosas, los especialistas subrayan que ciertos signos deben considerarse señales de alarma. Es importante buscar atención médica inmediata si las palpitaciones se acompañan de:
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Dolor o presión en el pecho.
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Dificultad respiratoria.
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Sudoración excesiva.
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Desmayos o sensación de desvanecimiento.
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Mareos intensos o desorientación.
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Taquicardia persistente (más de 100 latidos por minuto en reposo).
También debe consultarse a un cardiólogo si los episodios son cada vez más frecuentes, duran más tiempo o se presentan en personas con antecedentes de enfermedad cardíaca o factores de riesgo como hipertensión, diabetes o colesterol alto.
Prevención y seguimiento
El control de las palpitaciones implica tanto hábitos saludables como vigilancia médica. Dormir lo suficiente, mantener una dieta equilibrada, reducir el consumo de estimulantes y realizar actividad física regular ayudan a estabilizar la función cardíaca.
Si las palpitaciones se repiten o interfieren con la vida cotidiana, los expertos recomiendan realizar un electrocardiograma (ECG) o un monitor Holter, pruebas que registran la actividad eléctrica del corazón para identificar posibles alteraciones.
Las palpitaciones cardíacas, aunque comunes, no deben ignorarse. En la mayoría de los casos son inofensivas y pueden controlarse con respiración, hidratación y manejo del estrés. No obstante, cuando se acompañan de otros síntomas o se repiten con frecuencia, requieren evaluación médica.
Detectarlas a tiempo y buscar ayuda profesional puede marcar la diferencia entre un episodio pasajero y un trastorno cardíaco que necesita tratamiento especializado.
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