Redacción. Dormir bien no depende sólo de cuántas horas se descansa, sino también de en qué condiciones se hace. Entre los elementos que más influyen en la calidad del sueño, los especialistas coinciden en uno clave: la almohada. Elegir la adecuada puede marcar la diferencia entre despertar con energía o con dolor en el cuello y la espalda.
Según el doctor Geet Paul, director de Medicina Intervencionista del Dolor en la Universidad George Washington, la función esencial de una almohada es mantener la cabeza y el cuello alineados con la columna. “Muchas personas priorizan la suavidad o la esponjosidad, sin considerar que esto puede alterar la postura corporal y causar tensión muscular”, advierte.
Una mala elección, añade, puede forzar el cuello o arquear la zona lumbar, lo que a largo plazo provoca dolores crónicos. Por eso, los expertos recomiendan analizar la postura habitual al dormir antes de comprar una almohada.
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Qué almohada elegir según la postura
Los investigadores identifican cuatro posiciones comunes al dormir: boca arriba, boca abajo, de lado con apoyo y de lado con la rodilla adelantada. Cada una exige un tipo de soporte distinto.
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Boca arriba (postura supina):
La doctora Lindsay Orosz, de la Fundación Nacional de la Salud de la Columna Vertebral, sugiere evitar almohadas altas y firmes que acerquen la barbilla al pecho. Recomienda una almohada más suave que mantenga unos cuatro dedos de distancia entre el mentón y el pecho. Colocar una manta enrollada bajo las rodillas también ayuda a reducir la presión en la zona lumbar. -
De lado:
Esta postura requiere una almohada más alta y de firmeza media, suficiente para mantener el cuello alineado con la columna sin elevarlo demasiado. Los especialistas aconsejan colocar otra almohada entre las rodillas para evitar la torsión de la cadera. Una buena referencia, según Orosz, es imaginar “una línea recta desde la nariz hasta el ombligo”. -
Boca abajo (postura prona):
Es la menos recomendada por los expertos, ya que obliga a torcer el cuello y ejercer presión sobre la espalda. Si resulta inevitable, se aconseja usar almohadas delgadas bajo la cabeza y las caderas para equilibrar la columna.
El material también cuenta
Además de la forma y la altura, el material de la almohada incide directamente en la comodidad. El fisioterapeuta Doug Cary explicó a The Guardian que las almohadas de espuma convencional o viscoelástica ofrecen un buen soporte, aunque la elección depende de las preferencias personales.
Las de plumón, aunque suelen asociarse con lujo, no siempre son las más cómodas: las investigaciones las catalogan entre las menos efectivas para mantener la alineación.
Otros factores influyen, como el tipo de colchón y el peso corporal. Por ejemplo, quienes duermen sobre colchones más blandos o tienen mayor peso necesitan almohadas más bajas para conservar el equilibrio postural.
Señales de que necesitas cambiar de almohada
Una almohada no dura para siempre. Los expertos aconsejan reemplazarla cada uno o dos años, o antes si pierde su forma, se vuelve incómoda o causa rigidez al despertar.
Un método sencillo para comprobar su estado consiste en doblarla por la mitad: si recupera su forma al soltarla, aún es útil; si no, es momento de buscar una nueva.
Dormir bien para cuidar la salud
Ignorar estos detalles puede tener consecuencias más allá de un simple malestar físico. Cary advierte que la mala calidad del sueño se relaciona con problemas cognitivos y cardiovasculares, además de afectar el aprendizaje y la memoria.
Dormir con una almohada adecuada no sólo previene dolores, sino que mejora la circulación, relaja la musculatura y contribuye a un descanso verdaderamente reparador. En palabras de Paul: “Una buena almohada no es un lujo, es una inversión en salud”.
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