Redacción. Especialistas advierten que el estrés crónico tiene consecuencias profundas sobre el cuerpo, pero una acción tan accesible como salir a caminar puede marcar una diferencia notable en la salud física y mental.
Esta práctica simple y al alcance de la mayoría ayuda a controlar el estrés; sus beneficios aumentan al realizarse en entornos naturales, aunque cualquier caminata regular genera efectos positivos.
El papel del cortisol y la importancia de regularlo
El cortisol es una hormona fundamental que interviene en procesos como el metabolismo, la presión arterial, la inmunidad y el estado de ánimo. Sus niveles oscilan naturalmente a lo largo del día, pero los problemas surgen cuando permanece elevado de manera crónica, algo frecuente en épocas de tensión constante.
“Un nivel crónico de cortisol alto puede afectar a casi todos los sistemas del cuerpo. Esto contribuye a la fatiga, la falta de sueño, el aumento de peso persistente y la supresión inmunitaria”, explicó Tara Phaff, médica consultada porEatingWell.

Un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychologyaportó evidencia reciente sobre el tema. Investigadores observaron que caminar 25 minutos en un parque urbano fue mucho más efectivo para reducir el cortisol salival y mejorar el estado de ánimo en adultos jóvenes con estrés laboral, comparado con caminar por un centro comercial.
Los autores del trabajo concluyeron: “La exposición breve a entornos naturales durante caminatas diarias ofrece beneficios medibles para la recuperación del estrés y el equilibrio hormonal”, afirmó la doctora Emma Reid, investigadora principal y autora correspondiente del hallazgo. El estudio refuerza la importancia de moverse a diario y conectar con la naturaleza como aliados poderosos en el control del estrés.
Caminar, la estrategia más accesible
El ejercicio físico es una de las herramientas más eficaces para regular el cortisol, y caminar se destaca porque puede integrarse fácilmente en la rutina.
Durante la actividad física, el cortisol puede subir en el momento, pero tras finalizar la caminata, los niveles tienden a bajar gradualmente. Practicar ejercicio de manera regular entrena al organismo para afrontar mejor el estrés y evitar que el cortisol se mantenga alto de forma constante.
Jennifer Pallian, dietista registrada, explicó a Eatingwell: “Se ha demostrado que caminar reduce el cortisol, especialmente cuando se practica de manera regular”. Un estudio mencionado por Pallian subrayó que un programa de caminatas de 12 a 13 semanas —tres veces por semana durante 50 minutos— bajó significativamente el cortisol matutino en mujeres mayores, un dato relevante porque niveles altos al despertar se asocian a mayor riesgo cardiovascular.

El impacto del entorno en el que se realiza la caminata resulta contundente. Caminar en espacios verdes —bosques, parques, senderos junto al agua— maximiza la reducción del estrés, en contraste con ambientes urbanos. Pallian indicó que una caminata de 15 minutos por el bosque provocó una baja más notable del cortisol salival que la realizada por calles urbanas.
Además, dos caminatas semanales de 40 minutos por el bosque durante un mes lograron reducir el cortisol medido en el cabello.



