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martes 16 diciembre 2025

¿Es mejor ducharse con agua caliente o fría? Esto dicen expertos

Redacción. La elección entre una ducha caliente o una fría puede parecer un gesto cotidiano sin mayor relevancia, pero diversos estudios científicos demuestran que la temperatura del agua tiene un impacto directo en el bienestar físico, emocional e incluso inmunológico.

De acuerdo con investigaciones publicadas por Harvard Health y la Mayo Clinic, las diferentes temperaturas del agua provocan respuestas específicas en el organismo. Mientras las duchas calientes favorecen la relajación y preparan el cuerpo para el descanso, las frías estimulan la circulación, aumentan la energía y podrían reforzar las defensas.

Un estudio realizado en Países Bajos con más de 3,000 participantes reveló que finalizar la ducha con agua fría durante 30 a 90 segundos redujo en un 29 % los días de baja por enfermedad, lo que sugiere un efecto positivo sobre el sistema inmunológico y la resistencia general del cuerpo.

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Duchas calientes: alivio, descanso y confort

El agua caliente sigue siendo la favorita de quienes buscan relajarse al final del día. Según Harvard Health, el calor y el vapor relajan los músculos, alivian la tensión y ayudan a preparar el cuerpo para un mejor sueño. También facilitan la limpieza profunda de la piel, ya que el vapor abre los poros, lo que resulta beneficioso para quienes padecen resfriados o alergias.

La terapeuta Meredith Van Ness, consultada por Real Simple, recomienda las duchas calientes en momentos de ansiedad o sobreestimulación, ya que ayudan a calmar el sistema nervioso y generan sensación de seguridad y bienestar emocional.

Sin embargo, los especialistas advierten que la exposición prolongada al agua caliente puede resecar la piel e incluso provocar mareos o bajones de presión en personas sensibles. Por eso, aconsejan mantener duchas cortas, evitar temperaturas extremas e hidratar la piel inmediatamente después, sobre todo en climas secos.

¿Es mejor ducharse con agua caliente o fría? Esto dicen los expertos
Las duchas frías se asocian con un efecto revitalizante inmediato.

Duchas frías: energía, circulación y ánimo

Por otro lado, las duchas frías se asocian con un efecto revitalizante inmediato. Según Mayo Clinic, el agua fría estimula la circulación, mejora la oxigenación y puede acelerar la recuperación muscular, razón por la que muchos deportistas la incluyen en su rutina.

Además, la exposición breve al agua fría aumenta la liberación de endorfinas, lo que mejora el estado de ánimo y la sensación de vitalidad. Aunque Harvard Health señala que no hay evidencia concluyente sobre su impacto prolongado en la inmunidad, sí reconoce que pueden ayudar a reducir el estrés y mejorar el descanso cuando se realizan con regularidad.

Eso sí, no todos pueden beneficiarse igual. Las personas con problemas cardíacos, hipertensión, diabetes o trastornos circulatorios deben consultar primero a su médico antes de incorporar duchas frías de manera habitual, ya que los cambios bruscos de temperatura pueden afectar su sistema cardiovascular.

Cómo elegir la temperatura ideal

Los expertos coinciden en que no existe una única respuesta universal: la clave está en adaptar la ducha al momento del día, al estado físico y a las necesidades emocionales. Estas son algunas recomendaciones generales:

  • Para relajarse y dormir mejor: duchas calientes y cortas, preferiblemente antes de acostarse.

  • Para activar la energía o recuperarse del ejercicio: terminar con un chorro de agua fría entre 30 y 90 segundos.

  • Para cuidar la piel: evitar el agua muy caliente, usar temperaturas templadas e hidratarse después.

  • Si existen condiciones médicas: consultar con un profesional antes de incorporar duchas frías regulares.

El equilibrio como mejor opción

Alternar entre agua caliente y fría, según las necesidades físicas o emocionales, puede ser la estrategia más beneficiosa. Esta práctica, respaldada por la evidencia científica y las recomendaciones de instituciones como Harvard Health, Mayo Clinic y especialistas como Meredith Van Ness, permite aprovechar los beneficios de ambas temperaturas sin poner en riesgo la salud.

Al final, lo más importante es escuchar al cuerpo. Es decir, ajustar la temperatura y la duración de la ducha según lo que se necesite: relajarse, activarse o simplemente cuidar la piel. Esto puede marcar la diferencia entre un hábito rutinario y una herramienta real de bienestar integral.

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