Redacción. No todo el estrés en el trabajo es negativo. Según una investigación internacional liderada por la Universidad Estatal de Portland, la clave está en distinguir entre los distintos tipos de estrés y aprender a gestionarlos para impulsar el crecimiento profesional y el bienestar.
El estudio, publicado en Journal of Occupational Health Psychology, identifica dos grandes categorías de factores estresantes: los de desafío y los de obstáculo. Mientras que los primeros —como una alta carga laboral o nuevas responsabilidades— se perciben como oportunidades de aprendizaje y desarrollo, los segundos —burocracia excesiva, falta de claridad en funciones o bloqueos en los procesos— generan frustración y reducen la motivación.
Los investigadores subrayan que los factores de desafío tienden a energizar a los empleados, produciendo lo que llaman “elevaciones emocionales”: predominio de emociones positivas, aumento del rendimiento y mayor colaboración con los compañeros. Por ejemplo, un trabajador que enfrenta un proyecto complejo puede sentir ansiedad al inicio, pero al adquirir nuevas habilidades y recibir reconocimiento, esas emociones negativas se transforman en entusiasmo y satisfacción.
En cambio, los factores de obstáculo provocan “bajas emocionales”, con un aumento de la frustración y disminución del desempeño. Este tipo de estrés bloquea la productividad y puede afectar el clima laboral si no se gestiona adecuadamente.
La mentalidad personal juega un papel decisivo. Según la investigación, quienes ven el trabajo como una oportunidad de crecimiento reaccionan mejor ante los desafíos. Además, utilizan el estrés como un motor de desarrollo. Por el contrario, quienes priorizan la seguridad y estabilidad son más vulnerables al impacto negativo de los obstáculos.

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Estrés laboral
La Universidad Estatal de Portland recomienda estrategias concretas tanto para empleados como para organizaciones:
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Para líderes: presentar los retos laborales como oportunidades motivadoras y acompañar los plazos con apoyo. Capacitar a los jefes para fomentar una mentalidad orientada al crecimiento.
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Para empleados: aprender técnicas de regulación emocional, como la atención plena (mindfulness), para convertir el estrés dañino en energía positiva.
Los hallazgos se basan en muestras de empleados de Estados Unidos y otros países, con metodologías de observación de entre tres y doce semanas, lo que aporta solidez y aplicabilidad internacional. Además, el registro de la base de datos PsycInfo confirma que las emociones median la relación entre tipo de estrés y desempeño laboral: las elevaciones emocionales impulsan el rendimiento frente a desafíos, mientras que las bajas emocionales lo limitan ante obstáculos.
En definitiva, el estrés laboral no tiene por qué ser enemigo del rendimiento. Una gestión eficaz combina motivación, eliminación de barreras y claridad en los roles, creando un entorno en el que la presión diaria se transforme en impulso profesional y bienestar colectivo.
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