Redacción. La caída de cabello, conocida médicamente como alopecia, puede variar desde una pérdida ligera y temporal hasta la desaparición total del pelo en ciertas áreas.
Los especialistas coinciden en que perder cabello no siempre indica un problema grave, pero puede ser un síntoma de condiciones fisiológicas, médicas o genéticas.
La caída diaria: un proceso normal
Dermatólogos del Hospital Italiano y la Mayo Clinic señalan que perder entre 25 y 100 cabellos al día es parte del ciclo natural del cabello. Este proceso implica tres fases:
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Crecimiento (anágeno): el folículo produce cabello nuevo.
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Reposo (telógeno): el folículo detiene su actividad temporalmente.
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Caída (exógeno): el cabello viejo se desprende para dar lugar a uno nuevo.
En condiciones normales, esta renovación no provoca calvicie visible y la caída aumenta en momentos puntuales como el lavado o el cepillado.
Factores como el largo del cabello o el uso de productos cosméticos no influyen significativamente en la cantidad perdida, aunque peinados muy tensos sostenidos por largo tiempo pueden dañar los folículos y favorecer la alopecia por tracción.

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Causas habituales de pérdida de cabello
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Efluvio telógeno: es la forma más común de caída difusa y reversible. Se desencadena por estrés físico o emocional, fiebre, cirugía, parto o dietas restrictivas. Según los especialistas, el cabello perdido por esta causa suele recuperarse en 6 a 12 meses.
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Alopecia androgenética: conocida como calvicie común, afecta al 50 % de los hombres y al 5-10 % de las mujeres mayores de 50 años. Está asociada a factores genéticos y hormonales y se caracteriza por el adelgazamiento progresivo de los folículos.
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Alopecia por tracción: causada por peinados que ejercen presión continua sobre los folículos, como trenzas muy tensas o extensiones.
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Tratamientos médicos y deficiencias nutricionales: la quimioterapia, ciertos fármacos, la radioterapia o carencias de vitaminas y minerales pueden generar pérdida temporal de cabello.
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Enfermedades hormonales o autoinmunes: trastornos de la tiroides, cambios hormonales en mujeres o enfermedades autoinmunes que afectan el folículo capilar pueden provocar caída de pelo.
Señales que requieren evaluación médica
Los expertos recomiendan consultar a un dermatólogo cuando:
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La caída es rápida o extensa.
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Aparecen parches sin pelo en cuero cabelludo, cejas o barba.
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La piel presenta enrojecimiento, descamación, dolor o picazón.
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Se acompañan síntomas sistémicos como debilidad, intolerancia al frío o irregularidades menstruales.
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En mujeres, hay retroceso de la línea frontal (alopecia fibrosa frontal), que puede evolucionar hacia calvicie permanente si no se trata a tiempo.
El diagnóstico se basa en la historia clínica, examen físico y, cuando es necesario, análisis de sangre o biopsias para descartar enfermedades sistémicas, infecciones o trastornos autoinmunes.
Tratamientos y recuperación
El tratamiento depende de la causa identificada:
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La alopecia androgenética puede tratarse con lociones, champús o medicación oral, siempre bajo supervisión médica.
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La pérdida temporal por estrés, cirugía, fiebre o medicamentos suele revertirse una vez que se elimina la causa.
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Intervenciones tempranas son fundamentales en ciertos casos, como en la alopecia frontal femenina, para evitar calvicie irreversible.

En conclusión, la pérdida de cabello es un fenómeno común con múltiples causas. Según los expertos, observar el patrón de caída y los síntomas asociados, y buscar atención profesional cuando sea necesario, permite diferenciar entre una pérdida normal y un trastorno que requiere tratamiento.
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