Redacción. En los últimos años, la proteína se ha convertido en protagonista de dietas, batidos y snacks que prometen músculo, energía y quema de grasa. Sin embargo, la ciencia advierte que consumir más de lo necesario no genera beneficios adicionales y puede afectar la salud de manera silenciosa.
La proteína es esencial: repara tejidos, sintetiza hormonas y fortalece el sistema inmune. Según la Academy of Nutrition and Dietetics, un adulto sano necesita aproximadamente 0,8 gramos por kilo de peso corporal. “El exceso no se almacena como músculo, sino que se convierte en energía, grasa o se elimina”, explica la doctora Michelle Cardel, profesora de la Universidad de Florida, en CNN.
Riesgo renal silencioso
Aumentar la ingesta más allá de lo necesario implica una sobrecarga gradual para los riñones, que deben filtrar los residuos nitrogenados. En personas sanas esto no suele generar problemas inmediatos, pero quienes tienen predisposición genética o enfermedades renales pueden experimentar un deterioro acelerado, señala la National Kidney Foundation.

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Hidratación y metabolismo
Una dieta alta en proteínas demanda más agua, ya que el cuerpo necesita eliminar los subproductos del metabolismo proteico. Harvard Health alerta que no hidratarse adecuadamente aumenta el riesgo de deshidratación, formación de cálculos y fatiga. Además, consumir más proteína de la necesaria no asegura mayor masa muscular: sin ejercicio de fuerza, el exceso se almacena como grasa.
Digestión y microbiota afectadas
La obsesión por la proteína suele desplazar frutas, verduras, cereales integrales y legumbres, reduciendo la ingesta de fibra. Esto provoca estreñimiento, alteraciones intestinales y cambios en la microbiota, incrementando inflamación y dificultando la absorción de nutrientes. “Reducir la fibra por priorizar proteína genera distensión abdominal y afecta directamente la salud digestiva”, advierte el doctor David Liska, de Cleveland Clinic.
Salud ósea y cardiovascular
El exceso de proteína animal puede aumentar la pérdida de calcio por la orina, debilitando los huesos y elevando el riesgo de osteoporosis a largo plazo. En paralelo, dietas hiperproteicas centradas en carnes rojas y procesadas aumentan el consumo de grasas saturadas y colesterol, elevando la probabilidad de enfermedades cardiovasculares, según expertos citados por The New York Times.
Efectos sobre energía y peso
Eliminar carbohidratos de calidad para priorizar proteína puede generar fatiga crónica y descensos de energía. Estudios de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign muestran que la pérdida de peso y la mejora de la composición corporal son más efectivas cuando se combinan proteínas magras con fibra, vegetales y actividad física, en lugar de aumentar únicamente un nutriente.
El exceso de proteína puede comprometer la salud renal, digestiva, ósea y cardiovascular. Ningún alimento funciona de manera aislada: un menú equilibrado, con proteínas, fibra, vegetales y cereales integrales, garantiza beneficios sin riesgos innecesarios. Moderación, variedad y hábitos consistentes son la estrategia más segura para aprovechar la proteína sin dañar el organismo.
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