India. Luego de casi 30 años, un caso de asesinato llegó a su fin; las autoridades indias descubrieron cómo sucedió la muerte de una monja llamada Abhaya, de 19 años, quien perdió la vida a manos de un sacerdote y otra religiosa.
El crimen, ocurrido en el año de 1992, ha causado polémica en todo el mundo, no solo por tratarse de un asesinato, también por estar involucrado un «amorío religioso».
El crimen religioso
La perversa historia se remonta a 28 años atrás, en el convento Pio X de la orden católica Knanaya en Kottayam, un pueblo al sur de India.
Según medios indios, las investigaciones encontraron que, en la madrugada del 27 de marzo de 1992, la hermana Abhaya se despertó en medio de la noche y se dirigió hasta la cocina en busca de un vaso de agua. Pero al entrar descubriría algo blasfemo.
La religiosa encontró al sacerdote Kotoor y a la hermana Sephy teniendo relaciones sexuales, quienes, al ser descubiertos decidieron silenciar a la monja.
Al parecer, ambos religiosos la golpearon con un hacha en la cabeza y no bastando con haberla matado, tiraron el cuerpo de la mujer al pozo del convento.
El hallazgo de la difunta, sería días después y en ese momento, la Policía lo catalogó como un suicidio y cerraron el caso.
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Pero al año siguiente, en 1993, por presión de los familiares de la víctima, el caso volvió a ser abierto, pues se especulaba que a la monja la habían matado.
Se descubre la verdad
La nueva investigación sobre el presunto asesinato de la religiosa, lo realizaría la Oficina Central de Investigaciones de ese país (CBI).
De acuerdo al diario ‘Industan Times’, el informe de las autoridades precisó que la hermana fue testigo de alguna actividad de tipo sexual en el convento.
La investigación tardaría años, pero en 2009 la CBI determinó que la religiosa murió de forma violenta.
Poco después y gracias a testimonios, las autoridades capturaron al sacerdote Thomas Kotoor y a la hermana, Sephy.
El pasado 22 de diciembre, luego de 28 años del crimen, a los victimarios los condenaron a pasar el resto su vida tras las rejas.
A los dos se les acusó de asesinato y destrucción de pruebas, pero al sacerdote también se le acusó por el el delito de allanamiento de morada al haber entrado al convento sin autorización.
“Soy inocente. Todo sucederá según el plan de Dios. No hay nada que temer”, declaró el religioso ante el tribunal, mientras que la hermana Sephy no dio ninguna declaración.
La condena se da a conocer cuatro años después del fallecimiento de los padres de la hermana Abhaya, quienes pasaron sus últimos días buscando justicia para su hija.
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