TAMBORES
Como regalo de Pascua, a la ministra de algodón le retumban los tambores de guerra de los galenos a los que no logra ponerles punto y final con las asambleas. En su defecto, dio de qué hablar hasta en el feriadito para poner bozales en los hospitales regionales y, como cereza podrida del pastel, dejó caer el decreto: que los accidentados con tragos encima paguen su cirugía.
BUTACAS
Y mientras la refundación no tiene ni para camillas en los nosocomios de los pobres, sí tiene dinero para equipar el coloso capitalino con butacas italianas. Bastante mágica la ecuación con la que calculan el «desarrollo», invirtiendo en comodidad para los estadios, mientras los pacientes ruegan, entre lágrimas y tirados en el suelo, por ser atendidos.
AUSENTE
A propósito de refundadores, cuentan las paredes de la cueva de las liebres que, aunque le quisieron dar atol con el dedo al karateca con el cargo de secretario de las etnias del partido, él sigue resentido con la coordinación y lo dejó entrever con el desaire de ser el gran ausente en la asamblea de su nueva dirigencia nacional.
CARTA
Estuvo potente la danza de egos entre la subcomandanta y el exjerarca redivivo, quien desde su exilio reapareció como espectro beligerante, esta vez en una carta escrita con pluma afilada, disparando advertencias a la institución castrense como si aún tuviera mando sobre algunos fantasmas.
DUELO
Ella por su parte, no dejó pasar el relámpago sin tronar, hasta convocó a los micrófonos para despachar munición verbal y bautizarlo con voz de trueno disfrazada de legalismo como un “prófugo y criminal”, escupiendo sentencia sin toga ni juicio en un duelo epistolar que pintó más a vendetta que a justicia.
CAÑA
Otro que hizo temblar la charca al cierre de la Semana Santa y en plena convocatoria es aquel que según las malas lenguas de la Perla del Ulúa chapteó con rumbo desconocido en pleno Jueves Santo. A quien ella le disparó con una flecha de doble punta como quien lanza una caña mientras el pez gordo se refugia entre las olas.
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