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viernes, marzo 29, 2024

RELATOS: conozca cómo han vivido los migrantes la extensa caminata desde SPS a EE.UU

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REDACCIÓN. Los migrantes han recorrido más de la mitad de su camino desde que salieron de San Pedro Sula, Honduras, el pasado 13 de octubre.

Pero, ¿Cómo lo han vivido ellos? Miles de kilómetros recorridos, algunos a pie, otros apoyándose de personas que les daban ‘jalón’ en sus vehículos, los hondureños cada vez están más cerca de llagar a su destino: el «sueño americano».

Los testimonios de las personas que conforman la multitudinaria caravana impactan a más de alguno cuando relatan sus vivencias durante los nueve días que llevan de recorrido.

“¿Que cómo se soporta esto? Solo con la ayuda de Dios”, dije exhausta Carolina Castillo, una hondureña de 40 años. La mujer tenía los pies llenos de ampollas, deshechos. Ha sin parar desde la madrugada, con temperaturas superiores a los 30 grados, bajo un sol inclemente. Todo esto, sin conocer el camino, sin cargar agua ni comida.

El cansancio los ‘quema’ a todos: a los hombres, a las mujeres, a los jóvenes, a los viejos y, sobre todo, a los niños.

«Hoy fue más difícil que otras veces, el sol fue…”, dice Harold Sierra, de 21 años, antes de una pequeña pausa: “durísimo”. Ella descansaba sobre el piso de cemento de la plaza en el centro de Tapachula.

Los migrantes tienen momentos de descanso cada cierto tiempo de recorrido.

Extensa caminata desde SPS a EE.UU

La caravana es escoltada en México por una ambulancia y una camioneta del municipio fronterizo de Suchiate que los alumbra con un reflector cuando anochece en una estrecha carretera de dos carriles. «¡Péguense a la raya amarilla, por favor! ¡No queremos que haya accidentes! ¡No se adelanten!», gritaban los organizadores.»¡Vamos a pasar caminando, es muy importante que estén juntos!», les decían.

Ante todo, algunos mantienen el sentido del humor y piensan en cuál será la reacción del persidente Donald Trump cuando vea a la inmensa caravana aproximándose a su frontera.  “Donald Trump debe estar furioso, cuando se de cuenta de lo que estamos haciendo”, bromeó Guadalupe Pineda, de 20 años.

No están solos; un acalorado recibimiento

Las familias mexicanas salen de sus casas y les ofrecen galletas, café, fruta y agua. Les aplauden y los alientan. Ante ello, la caravana responde «¡México, México!» en agradecimiento. «Cuando veo esto, me siento orgullosa de ser hondureña», dije Noemi Guevara.

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Los niños y las mujeres encabezaron la punta al inicio para no acelerar demasiado el paso. “Despacio y buena letra, decimos en Honduras, lentos pero contentos, chele”, dice sonriente José Castellanos, de 32 años.

Son más de 7 mil personas que caminan por territorio mexicano y se dirigen hacia Estados Unidos.

No se rinden a pese a que el cuerpo les exige detenerse: “Vengo desafornado, por eso me está costando”, confiesa Mentis Martínez, de 27 años, mientras un largo crucifijo se contoneaba sobre su pecho y él arrastra una maleta de ruedas.

«Ya no aguanto los pies, voy a ponerme las chancletas para que respiren las heridas», decía Julio César Aguilera, de 22 años.

“Con todo y los sacrificios, para mí la caravana es una experiencia bonita, ¿Sabes por qué?”, preguntó sonriente una mujer que fue deportada hace tres meses. «Porque puedo ser solidaria con mi gente, eso es lo que más me gusta», dijo la migrante de San Pedro Sula.

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