Redacción. José Heriberto Montenegro Matamoros, de 48 años, relató con voz entrecortada lo que vivió la mañana del 24 de junio cuando se encontraba en su casa ubicada en el departamento de Choluteca.
Montenegro Matamoros recibió una llamada que le cambió la vida: sus dos hijas habían sido baleadas por un sicario. El hombre tomó su arma, las llaves de su motocicleta y salió despavorido en busca de sus hijas.
Al llegar a la escena, en medio de la conmoción y adrenalina del momento, el hombre disparó en la cabeza al sujeto que perpetró el ataque, quien ya se encontraba en el suelo detenido por la Policía Nacional.

“Yo en el momento llego y miro a mis hijas bañadas en sangre tiradas en la calle. Solo pensé que estaban muertas y de ahí para allá, no me recuerdo nada”, dijo a un medio local, horas antes de comparecer ante el juez en audiencia inicial ayer miércoles, 9 de julio.
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El ataque contra sus hijas ocurrió en plena vía pública. Según el testimonio del padre, recibió una llamada alertándole de lo que había pasado.
“Agarré la moto… lógico que desde el momento que me dicen que mis hijas están muertas, yo tengo que salir armado, porque yo no sé con qué me voy a enfrentar”, explicó.
Montenegro asegura que no actuó con premeditación, sino bajo un impulso emocional. “No sé en qué momento puede haber cometido yo ese error, ¿me entiende? Porque yo solo pensé en mis hijas que estaban muertas. De ahí para allá no me recuerdo”, repitió varias veces.
También expresó miedo por su seguridad: “Temo por mi vida, cómo no va a temer uno sabiendo el caso que está enfrentando. Hemos sido una familia tan tranquila, todo el mundo nos conoce”, aseguró. Las hijas del hombre sobrevivieron, aunque resultaron gravemente heridas en el ataque.
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Decisión judicial
Tras celebrarse la audiencia inicial en el Juzgado de lo Penal de Choluteca, el Poder Judicial informó que se dictó auto de formal procesamiento contra Montenegro Matamoros por el delito de homicidio. Como medida cautelar, el juez ordenó arresto domiciliario al considerar que el acusado cuenta con arraigo familiar y comunitario.
Durante la audiencia, la defensa sostuvo que el padre actuó en un estado de emoción violenta al ver a sus hijas sangrando en el suelo.
La Fiscalía, en cambio, argumentó que, aunque existía una situación de alta tensión, el uso de la fuerza letal contra un atacante ya reducido y en el suelo constituye un exceso punible.
El juzgado valoró ambas posturas y determinó que el caso debía seguir su curso legal, pero sin imponer prisión preventiva. Próximamente, se desarrollarán las siguientes audiencias para determinar el grado de responsabilidad penal del imputado.