Redacción. «Mi hijo era un ángel de Dios, un niño especial que no merecía lo que le hicieron». Con estas palabras llenas de dolor, don Isidro Arriola recordó a su hijo Anders Xavier Arriola García, joven universitario de 19 años cuya vida fue cruelmente arrebatada por aquellos que creía sus amigos de la infancia más cercanos.
Anders Arriola desapareció un día como cualquier otro, cuando salió a trabajar, y no regresó a casa. Su padre, entre lágrimas, relató cómo la incertidumbre y el temor se transformaron en una devastadora realidad: 17 días después de ser reportado como desaparecido, el cuerpo del joven fue hallado semienterrado en una fosa clandestina cerca del balneario Cuyamel, en La Ceiba, Atlántida.
Don Arriola expresó su consternación al enterarse de que los responsables del crimen eran cuatro jóvenes que solían compartir con su hijo. Estos fueron identificados como Brayan Alberto Ruíz Duarte, Otho Jeremías Wood Wood, Manuel Enrique Peralta Everett y Dimitry Ángel Rafael Oliva Cerritos.
«No conocía a los amigos de él (actualmente enfrentan cargos por su implicación en el crimen)… Sólo les pido que se arrepientan«, declaró don Arriola mientras rogaba justicia divina por el asesinato.
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Amistades que traicionan
Manuel Peralta y Dimitry Oliva habían sido compañeros de Anders en el Instituto María Regina y cursaban estudios en el Centro Universitario Regional del Litoral Atlántico (Curla). Investigaciones policiales revelaron que estos jóvenes, junto con los otros dos implicados, pertenecen a la banda criminal Los Grillos, que opera en La Ceiba.
Según añaden las investigaciones, tras vaciados telefónicos y confesiones, los detenidos señalaron el lugar donde habían enterrado el cuerpo de Anders, desatando la indignación y el luto en la comunidad. Los cuatro acusados fueron capturados en la colonia El Confite y enviados a la cárcel de Támara (Francisco Morazán), donde guardan prisión preventiva luego de ser presentados en audiencia inicial.
Para don Arriola, la justicia terrenal es un paso, pero confía en que la justicia divina también actuará: «Le pido a Dios justicia». Esta tragedia ha dejado una marca imborrable en la familia Arriola y en la sociedad hondureña. Todos se unen en un clamor por justicia y por el descanso eterno de Anders Xavier.
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