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jueves, marzo 28, 2024

Recuerdan qué era lo que más le intrigaba a Stephen Hawking

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Redacción.- «¿Qué es lo que más le intriga del universo?», le preguntaron a Stephen Hawking. «¡Las mujeres!», respondió el famoso astrofísico sin dudarlo y parpadeando, su única manera de activar aquella vieja e intransferible voz computerizada. Todos sus conocimientos de física y de matemáticas, todas sus aportaciones en el terreno de la relatividad y de los agujeros negros, se quedaron efectivamente cortas a la hora de intentar descifrar el teorema del amor.

El auténtico «milagro» en la vida de Hawking fue su primera mujer, Jane Wilde, a la que conoció en Oxford con 21 años, semanas antes de ser diagnosticado con la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). A Hawking le dieron dos o tres años de vida. Jane, madre de sus tres hijos, plantó cara a la enfermedad y se resistió incluso a desconectar el respirador artificial, en una de las frecuentes crisis sufridas por el científico en su batalla personal.

Stephen Hawking y sus mujeres
A Hawking las mujeres era lo que más le intrigaba del universo.

 

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«El monstruo»

La otra mujer en la vida de Hawking fue una enfermera, Elaine Mason, conocida indistintamente como «el monstruo» o «la pesadilla». El gran misterio en la vida del autor de Breve historia del tiempo, sigue siendo cómo y por qué se enamoró de su cuidadora personal, que acabaría convirtiéndose en su segunda esposa. Mason no solo manipuló a Hawking, sino que le humilló, le golpeó y le maltrató sistemáticamente durante una larga década.

Y como afirmación de «independencia» se regaló a sí mismo, allá por el 2007, un vuelo de «gravedad cero» en la NASA, donde se hizo la famosa foto con esa sonrisa de alivio y felicidad que acabaría colgando en su despacho de la universidad de Cambridge. En sus últimos años de vida, Hawking estuvo al cuidado de otra mujer, Judith Croasdell, cuyo principal empeño fue velar por salud y mantener el hilo de comunicación del científico con el mundo.

«Éramos lo bastante jóvenes para pensar que éramos inmortales»

Pese a la insalvable distancia durante años, el destino de Stephen Hawking estuvo siempre ligado a Jane, que a modo de catarsis escribió su libro de memorias Hacia el infinito, que serviría de inspiración para La teoría del todo. Los dos quisieron dejar atrás el pasado turbulento y asistieron juntos al estreno de la película junto a Eddie Redmayne y Felicity Jones, que recrearon en la pantalla gigante su historia agridulce de amor, desde la chispa inicial en 1963 a la dolorosa separación de mediados de los 90, y todo lo que vino después.

«Éramos lo bastante jóvenes para pensar que éramos inmortales», escribió Jane a la hora de recordar aquel día, 8 de enero de 1963, cuando el entonces alumno de Física la invitó a su cumpleaños. «A pesar de lo excéntrico que era, Stephen me gustó desde el principio. Los dos éramos tímidos cuando estábamos en presencia de otros, pero confiábamos en nosotros mismos cuando estábamos juntos. Al principio era impensable pensar que alguien tan joven tuviera que enfrentarse a la perspectiva de su propia muerte (…) Con el tiempo y en plena psicosis de la era nuclear, esa idea acabó apoderándose de nosotros».

En la intimidad, escribió en su día, «era muy difícil sentir deseo por alguien cuyo cuerpo era como una víctima del holocausto con las necesidades de un niño».

Stephen Hawking y sus mujeres
Foto cuando no se le había detectado la enfermedad.

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