AFP. El presidente ruso, Vladimir Putin, prometió este sábado castigar la «traición» del jefe del grupo paramilitar Wagner, que se alzó contra el mando militar en una rebelión que confronta al país al riesgo de una «guerra civil» en pleno conflicto con Ucrania.
Putin, ante el mayor desafío desde que llegó al poder a fines de 1999, se dirigió en tono marcial a la nación para afirmar que la rebelión del jefe de Wagner, Yevgueni Prigozhin, a quien nunca nombró explícitamente, constituía «una puñalada por la espalda» para Rusia.
«A lo que nos enfrentamos es exactamente a una traición. Una traición provocada por la ambición desmesurada y los intereses personales» de un hombre, agregó, prometiendo que esa situación tendrá su «castigo».
El jefe de Wagner replicó inmediatamente después que el presidente ruso está «muy equivocado» al acusar de «traición» a los paramilitares.
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«Somos patriotas. Nadie planea rendirse a petición del presidente, de los servicios de seguridad o de nadie», sostuvo Prigozhin, criticando por primera vez directamente al Kremlin.
En redes sociales, cundieron rumores de que Putin había abandonado Moscú, pero su portavoz, Dmitri Peskov, citado por la agencia Ria Novosti, aseguró que el presidente está «trabajando en el Kremlin».
Previamente, Prigozhin anunció la toma del cuartel general del ejército ruso en Rostov, centro neurálgico de las operaciones en Ucrania, y aseguró que controla varias instalaciones militares, «incluido el aeródromo».
Orden de quedarse en casa
Las autoridades regionales de Rostov y de Lipetsk (a unos 400 km al sur de Moscú) instaron a la población a permanecer en sus hogares.
Por la tarde, combatientes de Wagner fueron señalados en la región de Lipetsk.
En su discurso, Putin admitió que la situación en Rostov era «difícil».
El gobernador de Voronezh indicó que un depósito de carburante ardió en esa región a medio camino entre Rostov y Moscú y que el ejército estaba llevando a cabo operaciones de «combate» en el marco de una «operación antiterrorista».
En Moscú se instauró un «régimen de operación antiterrorista».
Prigozhin advirtió el viernes que cuenta con 25.000 efectivos decididos a llegar «hasta el final» y «destruir todo lo que se interponga» en su camino.
«Estamos muriendo por el pueblo ruso, que debe ser liberado de quienes bombardean a la población civil», afirmó.
«Hay que poner freno a quienes tienen responsabilidad militar en el país», insistió el jefe paramilitar, llamando a los rusos a unirse a sus tropas y a no oponer resistencia.
Para apoyar a Putin, el líder de la república rusa de Chechenia (en el Cáucaso), Ramzan Kadirov, anunció que envió a sus combatientes a las «zonas de tensión» para «preservar la unidad de Rusia«.
«Con el presidente»
El presidente de la cámara baja del Parlamento ruso, Viacheslav Volidin, instó a la población a respaldar al «presidente Vladimir Putin, comandante en jefe», y su par de la cámara alta, Valentina Matvienko, recalcó que la fuerza» de Rusia reside en «la unidad» y su «intolerancia histórica a las traiciones y las provocaciones».
El patriarca Cirilo, jefe de la Iglesia ortodoxa de Rusia y aliado de Putin, llamó igualmente a la «unidad» ante los «intentos de sembrar la discordia».
Los responsables de la ocupación rusa en las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk (este) y de Zaporiyia y Jersón (sur) también dieron el apoyo de esos territorios a Putin.
Desde Ucrania, el presidente Volodimir Zelenski afirmó que la rebelión de la milicia de mercenarios demuestra la «evidente» debilidad de Rusia y destacó que su país está protegiendo a Europa «del mal y el caos» rusos.
Investigación
La fiscalía general rusa abrió el viernes una «investigación penal en relación con el intento de organizar un motín armado», anunció el portavoz del Kremlin.
En sus mensajes de ese día, el jefe de Wagner afirmó que sus hombres fueron bombardeados por el ejército ruso cerca de la línea de frente con Ucrania y acusó al ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, de haber ordenado esos ataques.
Unas acusaciones que son una mera «provocación» y «no se corresponden con la realidad y son una provocación», replicó el Ministerio de Defensa.
Las fuerzas de seguridad rusas, el FSB, llamaron a los combatientes de Wagner a detener a su jefe y un influyente general ruso, Serguéi Surovikin, instó a los milicianos a renunciar a su revuelta.
Ayudar incluso «al diablo»
Estados Unidos, Francia, Alemania y el Reino Unido, así como la Unión Europea (UE), indicaron que seguían de cerca la situación en Rusia.
Además, los ministros de Exteriores de las potencias del G7 «intercambiaron puntos de vista» sobre la situación en Rusia, informó el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, abogó por una «solución pacífica» de la crisis.
Bielorrusia, aliado de Rusia, consideró que la rebelión de Wagner suponía un «regalo» para las potencias occidentales.
El empresario opositor ruso en el exilio Mijaíl Jodorkovski llamó a la población a apoyar la rebelión de Prigozhin, alegando que se debía defender «incluso al diablo» si este decide enfrentar a Putin.
Unas horas antes del estallido de esta crisis, Prigozhin apuntó que el ejército ruso se estaba «retirando» en el este y el sur de Ucrania, contradiciendo las afirmaciones del Kremlin, que asegura que la contraofensiva de Kiev está fracasando.
El ejército ruso anunció que en las últimas 24 horas repelió nueve ataques en el sur y el este de Ucrania, una información que la AFP no pudo verificar.