Redacción. A pesar del paso de los años, hay eventos que perduran en la historia de la humanidad, entre ellos el de Nagyrev, en Hungría, un pueblo que se convirtió en la cuna de «las viudas negras» debido a que muchas mujeres quitaron la vida a sus propios esposos.
Hace casi un siglo, el 14 de diciembre de 1929, el prestigioso diario estadounidense The New York Times publicaba una reseña sobre una noticia que generaba gran asombro, aunque no precisamente en Estados Unidos.
En ese momento se iniciaba un juicio contra unas 50 mujeres, todas acusadas de envenenar a una gran cantidad de hombres que vivían en este remoto pueblo europeo.

Aunque el texto del diario estadounidense era bastante corto, contenía muchos detalles especiales, entre ellos que las múltiples muertes de hombres por envenenamiento habían ocurrido entre 1911 y 1929.
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¿Cómo lo hicieron?
Al grupo de mujeres las bautizaron como «hacedoras de ángeles» y, de acuerdo con los registros, habían asesinado a los hombres con una solución de arsénico. Expertos han calificado este episodio como el mayor homicidio en masa de hombres por parte de mujeres en la historia.
Durante el juicio al que se enfrentaron las damas, se mencionó en reiteradas ocasiones el nombre de Zsuzsanna Fazekas, la partera del pueblo. En aquellos tiempos, cuando el pueblo estaba bajo el dominio del Imperio Austro-Húngaro, no había médicos, por lo que la partera tenía un monopolio.
En 2024, María Gunya contó en un documental de la BBC que ella vivía en el pueblo, relatando que la razón por la que se señaló a Fazekas como incitadora de los envenenamientos se debía a que las mujeres le contaban todos sus problemas.
«Les dijo a las mujeres que si tenían problemas con sus hombres, ella tenía una sencilla solución», contó Gunya.
Pese a que la partera quedó como principal responsable de los múltiples asesinatos, en los archivos del proceso judicial están los testimonios de las mujeres del pueblo. Ellas revelaron profundas y dolorosas historias de abusos, maltratos y violaciones por parte de los hombres.
Historia que no se contaba
Esta dramática historia permaneció oculta durante años. Los reportes policiales indican que los primeros asesinatos datan de 1911, pero fue hasta 1929 cuando se iniciaron las investigaciones que llevaron al juicio.
Una de las pistas más importantes que condujo a las autoridades hasta las culpables fue que un cementerio local comenzó a llenarse de manera repentina.

Zsuzsanna Fazekas llegó al poblado de Nagyrev en 1911. De acuerdo con Gunya y los testimonios, llamó poderosamente la atención por dos motivos: primero, porque además de su habilidad como partera, era conocedora de remedios, incluso algunos con químicos, algo extraño en la región; segundo, porque no había ningún rastro de su esposo.
Gunya narró que el pueblo no tenía sacerdote, mucho menos un médico. «Entonces sus conocimientos hicieron que las personas se acercaran a ella y le tomaran confianza».
«La mujer comenzó a ver muchas cosas que pasaban dentro de las casas: hombres que golpeaban a las mujeres, que las violaban, muchos de ellos eran infieles. Mucho maltrato», añadió la fuente.
Forma en que operaba
Al no haber una autoridad, Fazekas comenzó a realizar una práctica prohibida en aquel momento: abortos clínicos en embarazos no deseados. Por este motivo la llevaron a juicio, pero nunca la condenaron.
Según comentó Gunya, un gran problema en el pueblo era que muchos matrimonios eran acordados por las familias, además de que mujeres muy jóvenes se casaban con hombres mucho mayores.
«En ese tiempo no existía el divorcio. No te podías separar incluso si te maltrataban o abusaban de ti», dijo a la BBC.
No obstante, reportes de la época indican que los matrimonios acordados entre las familias se acompañaban de un contrato que incluía bienes como terrenos, herencias y obligaciones legales.
«Fazekas comenzó a convencer a las mujeres de que ella podría solucionar sus problemas», explicó Gunya.
Múltiples envenenamientos
Los registros muestran que el primer envenenamiento en el pueblo ocurrió en 1911. Sin embargo, en años posteriores murieron más hombres, mientras se desarrollaba la Primera Guerra Mundial y el Imperio Austro-Húngaro se desmoronaba.
En 18 años se suscitaron entre 45 y 50 muertes de esposos y padres de familia, a todos los cuales enterraron en el cementerio del pueblo. Con este escenario, comenzaron a llamar al sitio «el distrito de los asesinos».
Lo sucedido llamó la atención de la policía, por lo que en 1929 comenzaron a exhumar los cadáveres para examinarlos, encontrando un elemento incriminador: arsénico.

Juicio de las mujeres
La partera vivía en una casa de una sola planta en el pueblo, con vistas a la calle. Fue justamente en este lugar donde creó muchos de los venenos que las mujeres usaron en los asesinatos de los hombres. Para el 19 de julio de 1929, la policía la detuvo.
«Cuando vio acercarse a los gendarmes, comprendió que todo había terminado para ella. Para cuando llegaron a la casa, ya estaba muerta; había tomado un poco de su propio veneno», contó Gunya.
Pese a ello, la partera no era la única culpable. En la cercana capital del condado de Szolnok, a partir de 1929, se juzgó a 27 mujeres: a ocho las condenaron a muerte y al resto las enviaron a prisión, siete de ellas de por vida.
Muy pocas admitieron su culpabilidad, y los motivos por los que envenenaron a los hombres no quedaron del todo claros. Con los archivos de la corte, el médico e historiador Geza Cseh dijo a la BBC que todavía quedan muchos misterios por resolver en este caso.
«En cuanto a sus motivos, abundan las teorías: la pobreza, la codicia y el aburrimiento son algunas de ellas», señaló el académico. Añadió que «algunos informes dicen que algunas mujeres habían tenido amantes entre los prisioneros de guerra rusos reclutados para trabajar en las granjas ante la ausencia de sus hombres en el frente».
Una vez que sus esposos regresaron, las mujeres lamentaron la repentina pérdida de su libertad, por lo que una tras otra comenzó a actuar con el veneno.
Según algunas estimaciones, el número total de muertos en la zona pudo haber ascendido a 300. Gunya señala que, tras los envenenamientos, el comportamiento de los hombres con sus esposas «mejoró notablemente».