Redacción. Este domingo 21 de diciembre de 2025, Honduras será testigo de un evento astronómico que define el ritmo del calendario: el solsticio de invierno.
Este fenómeno, que ocurre puntualmente cada año, marca la jornada con el menor número de horas de luz solar y, en consecuencia, la noche más prolongada de todo el año en el hemisferio norte.
El solsticio de invierno indica el resultado de la inclinación del eje terrestre, que en esta fecha alcanza su punto máximo de alejamiento respecto al Sol para nuestra región. Mientras el hemisferio sur celebra el inicio del verano con abundancia de luz, el norte entra oficialmente en el invierno astronómico.
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A diferencia de las latitudes extremas del planeta, donde el cambio puede darse drástico, en Honduras la transición es más sutil debido a su clima tropical. No obstante, los ciudadanos podrán percibir un amanecer más tardío y un ocaso más temprano.
Esa variación en el cielo es aprovechada por fotógrafos y observadores para capturar los tonos particulares que adquiere la luz durante estos días de transición.

Renacimiento
Más allá de las coordenadas y los datos técnicos, el solsticio tiene un profundo peso cultural e histórico. Desde la antigüedad, se ha interpretado como el «renacer del Sol». A partir del 22 de diciembre, los días comenzarán a alargarse de forma progresiva. Ganarán minutos de claridad cada jornada hasta alcanzar el solsticio de verano en junio de 2026.
En el contexto actual, este hito astronómico se entrelaza con las festividades de Navidad y Año Nuevo. Para muchos hondureños, la noche más larga del año representa una oportunidad para la reflexión y la introspección, invitando a cerrar capítulos personales y prepararse para el retorno de la luz. Es, en esencia, un recordatorio natural de que cada ciclo que termina es el preámbulo de un nuevo comienzo.

