Redacción. Los síntomas del resfriado común, tos, congestión nasal, dolor de cabeza, fiebre leve, tienden a intensificarse en la noche, justo cuando el cuerpo necesita descansar para recuperarse.
Esta agudización nocturna no es casual ni subjetiva: responde a múltiples mecanismos fisiológicos, hormonales y ambientales que interactúan dentro del organismo siguiendo patrones biológicos bien definidos.
1. Ritmo circadiano: el reloj que regula los síntomas
El principal factor que explica el empeoramiento nocturno del resfriado es el ritmo circadiano, un sistema biológico que regula funciones como el sueño, la temperatura corporal, la producción hormonal y la respuesta inmunológica, siguiendo un ciclo aproximado de 24 horas.
De acuerdo con el doctor Diego Hijano, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Hospital Infantil de Investigación St. Jude, el ritmo circadiano influye directamente en el comportamiento del sistema inmunológico. Durante la noche, ciertas células inmunitarias incrementan su actividad para detectar y combatir patógenos como los virus del resfriado.
Este aumento de la respuesta inmunitaria nocturna provoca una liberación de citocinas proinflamatorias, que intensifican los procesos de inflamación, irritación e hipersecreción mucosa, dando lugar a una mayor congestión nasal, picazón de garganta y tos seca o productiva.

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2. Descenso del cortisol: menos defensa contra la inflamación
El cortisol es una hormona que ejerce efectos antiinflamatorios y que actúa como modulador del sistema inmunológico. Se secreta en mayores cantidades en la mañana y alcanza su punto más bajo durante la noche.
Según el doctor Juan Chiriboga-Hurtado, profesor de la Escuela de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California, el descenso nocturno del cortisol facilita que las reacciones inflamatorias, contenidas durante el día, se exacerben durante las horas de sueño, lo que contribuye al agravamiento de los síntomas respiratorios.
3. Postura y mecánica corporal: acumulación de secreciones
Al acostarse, la posición horizontal favorece el desplazamiento de la mucosidad hacia la parte posterior de la garganta, un proceso conocido como goteo posnasal. Esta acumulación estimula los reflejos de la tos y puede provocar irritación laríngea y dificultad para respirar por la nariz.
Además, al no haber drenaje efectivo de las secreciones nasales, la congestión se acentúa, dificultando el sueño y generando despertares frecuentes.
4. Aire seco y entorno nocturno: irritación adicional
El entorno en que se duerme también influye. El aire seco de los dormitorios cerrados o climatizados reduce la humedad en las vías respiratorias, lo que irrita las mucosas nasales y faríngeas, agravando los síntomas ya existentes.
La falta de circulación de aire fresco y la temperatura elevada en muchas habitaciones también pueden contribuir a un mayor malestar nocturno.
5. Falta de distracciones: mayor percepción del malestar
Durante el día, el cerebro se mantiene ocupado con múltiples estímulos externos. En cambio, por la noche, al reducirse las distracciones, la percepción del dolor o la incomodidad aumenta. Esto explica por qué sensaciones como la picazón en la garganta, la congestión o el lagrimeo pueden parecer más intensos al intentar dormir.
6. Enfermedades crónicas y fármacos que empeoran la noche
Condiciones como alergias respiratorias, asma y reflujo gastroesofágico presentan un patrón de empeoramiento nocturno debido a razones similares: cambios en la actividad inmunológica, la postura corporal y el entorno.
Además, algunos medicamentos pueden provocar o intensificar la tos nocturna como efecto secundario.
7. Evidencia científica del patrón circadiano
Estudios publicados en The Journal of Allergy and Clinical Immunology han documentado que tanto el resfriado como la rinitis alérgica siguen patrones circadianos definidos. Se ha identificado que hasta el 70 % de los pacientes reportan mayor congestión, rinorrea y estornudos en horas de la mañana y al anochecer.
Asimismo, Harvard Health respalda que el empeoramiento nocturno de la tos y la congestión se debe a una combinación de factores: ritmo circadiano, descenso del cortisol, posición en decúbito y condiciones ambientales.
8. Impacto sobre el sueño y la recuperación
Dormir mal mientras se atraviesa un resfriado no solo genera agotamiento. La falta de sueño profundo afecta la eficacia del sistema inmunitario, prolongando el proceso de recuperación. La fragmentación del sueño debida a la tos o la dificultad respiratoria puede además provocar somnolencia diurna y afectar la concentración, el estado de ánimo y el rendimiento general.
¿Cómo mitigar el empeoramiento nocturno?
Aunque no se puede modificar el ritmo circadiano, existen medidas para reducir el impacto nocturno de los síntomas:
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Dormir con la cabeza ligeramente elevada, para facilitar el drenaje nasal.
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Usar humidificadores o colocar un recipiente con agua en la habitación para mantener la humedad ambiental.
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Evitar exposición a alérgenos (como polvo o mascotas) antes de dormir.
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No consumir comidas pesadas o irritantes al final del día.
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Consultar con un médico sobre el uso adecuado de antihistamínicos, descongestionantes o aerosoles nasales.
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En casos crónicos, considerar el uso de tratamientos profilácticos para rinitis o asma nocturna.

El empeoramiento nocturno de los síntomas del resfriado es un fenómeno biológicamente fundamentado, que no solo responde a percepciones subjetivas. Entender los mecanismos que lo provocan permite actuar de forma más eficaz para mitigar sus efectos, mejorar el descanso y acelerar la recuperación.
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