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martes, julio 29, 2025

¿Por qué los cambios de clima pueden afectar a quienes sufren migraña?

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Redacción. Millones de personas en el mundo no solo consultan el pronóstico del clima por curiosidad o por razones prácticas, sino también por salud. Para quienes viven con migraña, una tormenta en el horizonte, una ola de calor o una baja repentina en la presión atmosférica pueden ser mucho más que eventos meteorológicos: pueden anunciar el inicio de un dolor incapacitante.

En Estados Unidos, se estima que más de 39 millones de personas padecen migrañas, y una proporción significativa de ellas reconoce en los cambios climáticos uno de sus principales desencadenantes. De acuerdo con estudios citados por The Conversation, entre el 30 % y el 50 % de los pacientes con migraña han identificado algún tipo de cambio climático como el inicio habitual de sus crisis.

Lo más desafiante de este tipo de desencadenante es su carácter externo e incontrolable. Mientras que factores como el estrés, el sueño o la alimentación pueden gestionarse de forma más directa, el clima escapa totalmente al control individual. Esta imposibilidad de evitarlo lo convierte en una fuente de frustración constante para quienes conviven con la migraña.

Numerosos estudios y observaciones clínicas han identificado varios componentes del clima como posibles detonantes de migraña.

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¿Qué cambios climáticos pueden desatar una migraña?

Los factores meteorológicos que más comúnmente se asocian con el inicio de migrañas incluyen:

  • Cambios en la presión atmosférica: La caída de la presión barométrica antes de una tormenta puede alterar la presión dentro del cráneo, provocando dolor.

  • Temperaturas extremas: Tanto el frío intenso como el calor excesivo pueden desencadenar crisis, especialmente si se presentan de forma repentina.

  • Altos niveles de humedad o cambios rápidos de humedad: Estos también pueden alterar el equilibrio interno del cuerpo y favorecer la aparición del dolor.

  • Contaminantes del aire: Sustancias como el ozono o el dióxido de nitrógeno pueden inflamar nervios relacionados con la migraña.

  • Luz solar intensa o cambios de luz: Las personas con migraña suelen tener una sensibilidad aumentada a la luz (fotofobia), lo que agrava los síntomas.

  • Rayos, truenos y vientos fuertes: Algunos pacientes reportan un aumento de síntomas ante fenómenos eléctricos o movimientos de aire intensos.

¿Qué ocurre en el cuerpo cuando cambia el clima?

Existen diversas teorías para explicar cómo el clima impacta el sistema nervioso de quienes padecen migraña. Algunas de las más respaldadas por la comunidad científica son:

  • Presión intracraneal alterada: Un descenso en la presión atmosférica puede generar un desequilibrio entre la presión interna del cráneo y la del ambiente, estimulando los nervios sensibles al dolor.

  • Inflamación inducida por contaminantes: Sustancias en el aire pueden provocar inflamación en los nervios trigéminos, involucrados en los ataques de migraña.

  • Cambios en la serotonina: Este neurotransmisor clave para la regulación del dolor y del estado de ánimo puede verse afectado por factores ambientales, alterando la predisposición a una crisis.

  • Hiperreactividad sensorial: Muchas personas con migraña tienen un sistema nervioso más reactivo a estímulos como la luz, el sonido o los cambios térmicos, lo que explica su vulnerabilidad a condiciones meteorológicas adversas.

“Los desencadenantes y las respuestas exactas varían de una persona a otra, pero la investigación sugiere que la interacción entre el clima y nuestra biología desempeña un papel importante en un subgrupo de pacientes con migrañas”, señaló Danielle Wilhour, profesora adjunta de Neurología en el Campus Médico Anschutz de la Universidad de Colorado, en declaraciones a The Conversation.

¿Cómo enfrentar un desencadenante imposible de controlar?

Aunque el clima no se puede modificar, existen estrategias que permiten minimizar su impacto sobre quienes padecen migraña:

1. Registro y anticipación

Llevar un diario de migrañas o usar aplicaciones móviles que relacionen episodios con condiciones meteorológicas ayuda a detectar patrones. Así, es posible anticiparse a una posible crisis y tomar medidas preventivas.

2. Hábitos que fortalecen el cuerpo

Mantener una rutina saludable —con buena hidratación, alimentación equilibrada, sueño reparador y ejercicio— reduce la vulnerabilidad del cuerpo ante factores externos.

3. Entornos adaptados

Evitar la exposición directa a condiciones climáticas extremas también es clave. Permanecer en lugares frescos durante olas de calor, usar lentes de sol o tapones para los oídos puede marcar una diferencia.

4. Gestión del estrés

Técnicas como la meditación, la respiración consciente o el mindfulness pueden ayudar a regular las respuestas fisiológicas y hacer al sistema nervioso menos reactivo a los cambios del entorno.

5. Tratamiento preventivo

En algunos casos, los médicos pueden sugerir el uso de medicamentos preventivos, suplementos o incluso dispositivos de neuromodulación. También se puede ajustar la medicación cuando se prevén condiciones meteorológicas adversas.

La relación entre clima y migraña es un campo en constante estudio.

Más allá del clima: un rompecabezas multifactorial

Es importante señalar que el clima, por sí solo, rara vez es el único responsable de una migraña. La mayoría de los episodios resultan de la combinación de varios factores: predisposición genética, desequilibrios hormonales, estrés, alimentación, falta de sueño y, sí, también el entorno climático.

Identificar los desencadenantes personales y desarrollar un plan de manejo integral —idealmente con acompañamiento profesional— puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes conviven con esta enfermedad.

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