Redacción. Dura unos seis segundos y lo hacemos unas 15 veces al día; hablamos de los bostezos. Este acto reflejo, inevitable e irreprimible, que tras producirse nos produce una cierta sensación de placer. Pero…, ¿por qué bostezamos?, ¿es cierto que lo hacemos cuando estamos aburridos o tenemos hambre? Y lo que es aún más intrigante, ¿por qué bostezar es tan contagioso?
Se trata de un gesto que hacemos desde pequeños. Tan pequeños que, ya desde la gestación, como bebés, damos nuestros primeros bostezos. La gran mayoría de personas tiene la creencia de que los bostezos están relacionados con el aburrimiento, el cansancio o incluso el hambre. Pero diversos estudios han demostrado que las personas también bostezamos cuando tenemos episodios de ansiedad o excitación.
¿Por qué bostezamos? Las investigaciones apuntan a razones que nada tienen que ver con lo que creemos
Tal y como explican desde Meteored, se han llevado a cabo innumerables investigaciones sobre los bostezos. Hasta no hace mucho, en los 80, la teoría más extendida sobre estos es aquella que vincula el bostezo con bajos niveles de oxígenos en sangre.
Sin embargo, posteriormente han surgido otras teorías sobre los bostezos: desde estar relacionados con estados de alerta frente a posibles peligros hasta asociarlos a una ‘revitalización energética’ del cuerpo ante el cansancio físico. Pero sin duda, la más aceptada actualmente es la teoría que defiende que los bostezos tienen una función clave en la regulación térmica cerebral.
Así lo explica Andrew Gallup, profesor de Psicología de la Universidad Estatal de Nueva York y con amplios conocimientos y estudios sobre el bostezo. Gallup defiende que el bostezo aumenta el flujo sanguíneo que va directo al cráneo. Esto puede tener diversos efectos y, uno de ellos, es el de enfriar nuestro cerebro. Así, se cree que cuando nuestra temperatura corporal sufre cambios bruscos, el cerebro reacciona y emite una señal que desencadena este actor reflejo.