TEGUCIGALPA, HONDURAS. Familiares de Erika Romero, la joven periodista que falleció tras una larga lucha contra un tumor cerebral, ha hecho un llamado a la bondad y buen corazón de los hondureños para recaudar fondos y poderle dar una despedida digna.
La joven de 28 años, que por un tiempo laboró en medios de comunicación capitalinos, partió del mundo terrenal en las últimas horas, dejando un enorme vacio en su familia, amigos y colegas.
Romero luchó por dos años y medio contra un tumor cerebral. Ella se sometió a operaciones y costosos tratamientos. En diciembre del año pasado sufrió una recaída, por lo que tuvieron que internarla en un hospital privado y los gastos aumentaron de manera significativa.
Es por ello que hoy su familia, que está embargada en dolor y tristeza, ha pedido la colaboración de los hondureños para poder cubrir los gastos fúnebres y así despedir de una manera honrosa a la joven.
Para ello, está habilitada la cuenta bancaria de su hermana, Marlen Sofía Romero Solís: 753759601, en BAC. Cualquier cantidad será bienvenida en estos momentos difíciles que atraviesa la familia de Erika Romero.
Lea además: Tras una dura batalla, fallece la periodista Erika Romero en Tegucigalpa
Una guerrera que deja un gran legado
Desde finales del 2022 a Erika se le detectó un tumor en su cerebro. La madre de la hondureña indicó que Romero comenzó a sentir fuertes y molestos dolores de cabeza, por lo que buscó atención médica y recibió el diagnóstico.
A pesar de la noticia, Erika luchó con la frente en alto y confió en la misericordia de Dios en todo momento. Asimismo, su familia y amigos cercanos se mantuvieron firmes y la acompañaron en el difícil proceso.
La joven destacó con su carrera profesional y se dio a conocer tras laborar en medios de comunicación como TV Azteca, HCH y Noticieros Hoy Mismo de Televicentro. Erika egresó de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) en el 2020.
Pese al tratamiento y chequeos, el tumor creció y abarcó un punto delicado del cerebro, por lo que su salud se debilitó. Ante esta situación, se le indicó a la familia que debía someterse a otra intervención, con láser, y la finalidad era calcinar el tumor.
Sin embargo, era un procedimiento con un costo de 20 mil dólares y tenían que viajar hasta El Salvador, donde cuentan con los implementos necesarios. Pero, antes los médicos necesitaban estabilizarla en Honduras, para así coordinar el viaje.
La salud de Erika se siguió debilitando, el tumor avanzó y se le tuvo que operar prácticamente de emergencia en el Hospital Escuela. Pese a que ella luchó y confió, perdió la batalla y ahora descansa en paz.