Redacción. La crisis global por el fentanilo, el opioide sintético más letal del mercado actual, ya no se limita a México y Estados Unidos.
Centroamérica y el Caribe se han convertido en nuevos escenarios de producción, tráfico y consumo, con Puerto Rico, República Dominicana y Costa Rica como puntos clave de esta red internacional que abastece al mayor mercado de drogas del mundo: Estados Unidos.
Informes recientes de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) advierten sobre un cambio estructural: América Latina ya no es solo una región de tránsito, sino también de producción y consumo de opioides sintéticos. Esta transformación ha sido facilitada por puertos estratégicos, un control débil de químicos precursores y la creciente sofisticación de los grupos criminales.
Puerto Rico, territorio estadounidense en el Caribe, refleja el rostro más crítico de esta emergencia. Entre 2022 y 2024, el Instituto de Ciencias Forenses registró 1,788 muertes por intoxicación con fentanilo, superando a los homicidios ocurridos en el mismo período.
La droga se mezcla con otras sustancias como cocaína, heroína y metadona, aumentando su letalidad. Se distribuye tanto en las calles como dentro del sistema penitenciario, donde redes criminales como Los Tiburones utilizan drones y catapultas para introducirla en las cárceles.
La DEA reporta el decomiso de 68 kilogramos de fentanilo y 30 mil pastillas hasta marzo de 2025, en una tendencia que apunta a superar las cifras del año anterior. En una operación conjunta realizada ese mismo mes, se incautaron seis kilos de fentanilo escondidos en paquetes postales con destino a EE. UU.

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Procedimiento
Costa Rica, por su parte, enfrenta una situación emergente: aunque no se reportan muertes confirmadas, las autoridades investigan la existencia de laboratorios artesanales para la producción local de pastillas.
Entre 2023 y 2025, los decomisos de pastillas pasaron de 1,201 a más de 20 mil. Ya se han encontrado indicios de fabricación, como máquinas tableteadoras y utensilios de laboratorio en casas del centro de San José.
En República Dominicana, aunque no se han registrado intoxicaciones ni decomisos recientes, el país se ha consolidado como plataforma de tránsito y lavado de dinero. Según un informe de FinCEN de abril de 2025, ocupa el sexto lugar en operaciones sospechosas relacionadas con fentanilo, con más de 1,400 millones de dólares en transacciones bajo investigación.
La DEA también ha advertido sobre farmacias virtuales dominicanas que venden medicamentos falsificados con envío global, operadas desde plataformas como “yourpharmacy.online”.
Amenaza
En este esquema global, los vínculos entre actores criminales son transnacionales. Un ejemplo es el caso de Francisco Alberto López Reyes, extraditado en 2025 desde República Dominicana a Estados Unidos. Coordinaba desde el Caribe un laboratorio clandestino en Manhattan, capaz de producir hasta 100 mil pastillas al día con fentanilo y metanfetamina, disfrazadas de medicamentos legales.
La red operaba farmacias digitales, manejaba pagos en criptomonedas y utilizaba el correo postal como vía de distribución hacia EE.UU., Europa y Puerto Rico.
A pesar de que Estados Unidos continúa señalando a los cárteles mexicanos, en especial al Cártel de Sinaloa y al CJNG, como los principales responsables del tráfico de fentanilo, hoy en día no solo estos grupos participan activamente en la cadena de producción y distribución. También han surgido redes criminales más pequeñas, muchas veces locales, que operan de manera independiente.
Las redes criminales ya no tienen fronteras y han encontrado en el Caribe y Centroamérica un terreno fértil para expandirse, adaptarse y eludir controles.
Esta expansión representa una nueva fase de la crisis del fentanilo, que ya no solo se combate en la frontera norte de México, sino también en los callejones de San Juan, los laboratorios clandestinos de San José y los servidores de farmacias digitales alojados en República Dominicana. Es una amenaza silenciosa, transnacional y cada vez más difícil de contener.
