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martes, abril 30, 2024

Oposición y opinión pública

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La oposición política y la opinión pública son dos hermanitas que deben caminar juntas, tomadas de la mano. Una sin la otra no podría alcanzar sus objetivos, y así mismo sucede con la familia dividida.

Los partidos en nuestro país poco saben de oposición porque, hasta 2013, actuaron en el contexto del bipartidismo, casi como copia al carbón del sistema político de Estados Unidos, padre de esa criatura.

Las diferencias entre los dos partidos dominantes nunca han sido de fondo. Se reducen a puntos de vista disímiles, en ocasiones antagónicos, sobre asuntos domésticos, pero invariablemente fieles al principio del predominio del conservadurismo económico e incluso de la identidad racial.

En consecuencia, la opinión pública viene a ser un plato de segunda mesa, para lo cual han desarrollado un sofisticado control de la comunicación social, como parte esencial del sistema político, que ha logrado, entre otros objetivos importantes, la imposibilidad de que al menos exista una oposición articulada o un tercer partido de oposición.

El quiebre del bipartidismo en Honduras, por cierto un acontecimiento tardío en relación con Latinoamérica –y en particular con América Central—ha abierto la oportunidad de articular una oposición verdadera al unipartidismo tradicional. Lograr esto significaría pasar del formalismo democrático a la construcción de la legitimidad democrática.

Un proceso de esta naturaleza implica un entendimiento entre los partidos proclives a la oposición a tenor del funcionamiento multipartidista, que, en el caso del Partido Liberal (PL), en tanto partido tradicional, significa un nuevo modo de relacionamiento comprensivo con las bases del liberalismo hondureño.

Es necesario entender, asimismo, que al quiebre del bipartidismo han contribuido varios factores de nuestra evolución política, de los que destaca el cambio estructural de la opinión pública, que, dicho sea de paso, se ha producido por efecto de los medios alternativos de comunicación social, pero también por el agotamiento del contubernio elitista, ciertamente de baja ralea.

Ese cambio estructural de la opinión pública que se manifestó actuante en la resistencia al golpe de Estado 28-J de 2009 y ahora con mayor expansión y singularidades en el Movimiento Nacional de Indignación, nos indica que el fenómeno ha alcanzado un alto grado de solidez. La opinión pública, como el agua, presenta tres estados: sólido, líquido y gaseoso. Eso tiene que ver con la forma de su movilidad molecular. Vale el símil, porque, con la Indignación, se va pasando de la opinión pública dispersa a la opinión pública compacta y concentrada.

El próximo 2016 es, en el calendario político hondureño, un año político. La concreción de la oposición política, en lo que corresponde a los partidos políticos, se irá perfilando con trazos más firmes, casi como un curso inevitable,
frente al régimen dictatorial y el absurdo proyecto continuista.

Los partidos políticos, sin embargo, deben hacer conciencia, desde una base unificada, sobre varias cuestiones esenciales, a saber: 1) Que les es indispensable la articulación política, ideológica y doctrinaria con la opinión pública concernida en la Indignación nacional; 2) Que la oposición al régimen requiere de nuevos mecanismos de expresión y de actuación: 3) Que la propuesta política, de país, además de ser congruente con el interés nacional, tiene que estar revestida, en la práctica, de los valores exigidos a las personas que deben realizarla.

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