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jueves 18 diciembre 2025

Las arrugas y verrugas detrás del antifaz electoral

Por Carmelo Rizzo

Honduras ingresó en el territorio más incómodo de toda elección: el impasse. No es sorpresa ni conspiración; es el resultado previsible de un sistema cansado, maquillado demasiadas veces y hoy incapaz de ocultar sus arrugas y verrugas.

Habrá revisión de actas, corrección de inconsistencias y forcejeos técnicos. Eso es normal. Lo que no lo es —ni sostenible— es prolongar la indefinición. El país ya no tiene tiempo para retoques cosméticos. La lección es clara: si queremos procesos confiables, habrá que modernizar de verdad, aprender de modelos que funcionan —como el TREP chileno— y dejar de improvisar cada cuatro años.

El CNE opera sin unanimidad, el pretendido Congreso permanece inactivo y el ruido político crece como polilla en camerino viejo. Cada día adicional de incertidumbre no aclara el panorama: lo empasta. Y mientras el reloj avanza, la economía se congela, la inversión se retrae y la gente espera. Espera con cansancio, no con miedo.

A este escenario se suma una presión imposible de ignorar: Estados Unidos. Ya no somos un experimento ni una obra escolar. Somos una pieza estratégica. Washington observa, mide y presiona —no por romanticismo democrático, sino por interés. Y cuando ese interés entra en escena, el margen para el retoque se reduce y evocamos inevitablemente los Banana Days.

Encima de todo esto, también reaparecen los fantasmas del pasado. La salida de JOH del primer plano no borró ocho años de redes, favores, silencios y deudas. Hoy, en medio del lío, esas afinidades resurgen como recordatorios incómodos de que en Honduras nada desaparece del todo; solo cambia de vestuario.

En paralelo, el empresariado local se mueve como en un cuento de Oz: mucho murmullo detrás del telón, pocas voces al frente. Todos piden estabilidad, todos exigen certeza, pero pocos quieren asumir costos. Sin reglas claras no hay nuevos negocios posibles, ni confianza que dure.

Los números son claros. El desenlace y la tendencia también debería serlo. Todo apunta a que el ganador Presidencial es Tito. Lo que está en juego ya no es quién ganó—y queda claro que una mayoría busca desmarcarse de la refundación—, sino qué tan rápido el sistema es capaz de dejar de embellecerse y asumir la realidad.

Este clima de polvo, humo e incertidumbre no construye nación. Solo espanta capital, paraliza decisiones y erosiona la fe cívica. Honduras necesita cerrar este capítulo con firmeza, legalidad y sentido de Estado.

Porque lo cosmético puede disimularse por un rato… pero las arrugas y las verrugas siempre terminan saliendo bajo la luz. Y ni las cirugías ni las cremas, por si solas, no son toda la solución.

“Alea iacta est.” (La suerte está echada) — Cayo Julio César.

–8 de diciembre de 2025 –

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